Dinero para los derechos
La Asamblea General de las Naciones Unidas debe tratar en su actual período de sesiones la grave crisis financiera que afecta a la organización. Las dificultades económicas ya han provocado la suspensión de algunas actividades, principalmente en el sector que se ocupa de los derechos humanos, pese a que éste participa con sólo un ínfimo 0,7% en el presupuesto general.La falta de fondos se debe sobre todo a la decisión de Estados Unidos de disminuir su déficit fiscal (Ley Gramm-Rudman-Hollings, de diciembre de 1985), que ha significado una reducción de 50 millones de dólares en la aportación de dicho país a la ONU córrespondiente a este año.
El presupuesto anual de la ONU, de unos 950 millones de dólares, es comparativamente insignificante: equivale a una milésima parte de la deuda externa de los países del Tercer Mundo y es varias veces inferior a la fortuna personal del ex dictador Marcos. La parte que se dedica anualmente a derechos humanos se aproxima a lo que el mundo gasta en armamento en cinco minutos.
De modo que la crisis financiera de las Naciones Unidas no tiene raíces económicas, sino políticas: se procura debilitar o destruir la ONU para suprimir el multilateralismo en las relaciones internacionales e imponer la ley del más fuerte.
La crisis es grave, y la opción es clara: o se prosigue el camino difícil y lleno de obstáculos hacia el establecimiento de relaciones entre los individuos y entre los Estados basadas en el diálogo, el derecho y la justicia, o se vuelve a la ley de la jungla. Frente a esta situación, es preciso que los Gobiernos asuman sus responsabilidades, a fin de que la supervivencia de la ONU no esté a merced de los designios de la política internacional de un solo Estado.- Abogado. Relpresentante de la Federación Internacional por los Derechos del Hombre ante los organismos de derechos humanos de Ginebra.
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