Las ataduras del pasado
Los textos del diario de Yoyes, publicados ayer parcialmente por primera vez, revelan la personalidad sensible de una mujer que confiesa haber sentido la muerte de Simone de Beauvoir como la de una madre y que pugna por liberarse de las ataduras de un pasado del que, sin embargo, nunca reniega.Yoyes escribe el 23 de agosto de 1984, en México: "Estoy en una situación muy delicada, entre la espada y la pared, unos me acusan de ser dirigente, con lo que pueden matarme si piso Francia, y los otros (ETA) ponen el grito en el cielo, con lo que tiene de peligroso, como si se tratara de una traición". Más adelante, en noviembre de 1985, cuando ya había regresado al País Vasco, reflexiona sobre su papel pasado y su vida en aquel momento: "Traté siempre de que la imagen que desde diversas posiciones (terrorista/héroe) se le confería a mi persona, no me condicionara No me consideré héroe, no puedo considerarme antihéroe, tampoco fui terrorista sino militante política, el hecho de no serio no me convierte automáticamente en parte: potenciante del sistema'.
En la misma fecha anotó las abismales diferencias que le separaban de ETA y de IIB.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.