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TRAS LA 'CUMBRE' DE REIKIAVIK

Reagan ha convertido en un éxito el aparente fracaso de Islandia, según los sondeos

Francisco G. Basterra

La magia de Ronald Reagan, el gran comunicador, y la aplastante maquinaria de propaganda de la Administración norteamericana han con seguido en sólo 72 horas convertir en un éxito el aparente fracaso de la cumbre de Reikiavik. Entre un 70% y un 74% de los norteamericanos según los diferentes sondeos de opinión publicados ayer, consideran que Reagan actuó bien en Islandia al no admitir limitaciones en su visionario proyecto de defensa espacial. La popularidad del presidente ha pasado del 64% al 73%, y los norteamericanos, en general ignorantes sobre asuntos de política exterior, son optimistas sobre el futuro del control de los arsenales nucleares; el 57% cree que la cumbre fallida conducirá eventualmente a un acuerdo de reducción de armas.

Confortado por estos datos, Reagan se ha lanzado de lleno a la campaña electoral para las elecciones legislativas del próximo 4 de noviembre, en las que su Partido Republicano se juega el control del Senado, que la Casa Blanca podría intentar convertir en un referéndum sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o guerra de las galaxias. El presidente acusó ayer a los liberales en el Congreso, normalmente del Partido Demócrata, de "intentar hacer picadillo" su defensa en el espacio, sugiriendo que puede utilizar este tema en la campaña. Esto confirmaría que la apresurada cumbre de Reikiavik tenía un fuerte contenido de política interna, como denunciaron antes de la misma los críticos de Reagan.Sin embargo, el apoyo logrado por el presidente por su comportamiento en Reikiavik, de donde volvió con las manos vacías por "no vender la seguridad de EE UU y sus aliados", según dijo, no es probable que se refleje automáticamente en unas elecciones al Congreso que se decidieran sobre temas económicos y asuntos internos de interés local.

La Casa Blanca confía en que el reflejo de la popularidad del presidente, que es ya el más popular desde Franklin Delano Rooselvet, ayudará a los republicanos a mantener el margen de siete escaños de ventaja que tienen en el Senado. Sin embargo, un sondeo publicado ayer por el The Washington Post y la cadena de televisión ABC señala que, a menos de tres semanas de las elecciones, los demócratas aparecen muy bien situados para retomar el control del Senado.

El mago de la opinión pública de la Casa Blanca, Richard Whirtlin, explica así por qué los norteamericanos no son mas criticos tras el colapso del encuentro de Islandia. La mayoría de los ciudadanos de este país tiene un sentimiento ambivalente con respecto a los soviéticos. Quieren hablar con ellos y firmar acuerdos, pero al mismo tiempo no se fian. Y muchos norteamericanos piensan que Reagan comparte este sentimiento. Si el presidente pensó que lo que le ofrecía Gorbachov no era un buen acuerdo, por qué Estados Unidos tenía que firmarlo, es la impresión dominante aquí.

Pero la popularidad del presidente no es suficiente sin embargo para conseguir que el Congreso acepte sus prioridades presupuestarias. Ayer sólo quedaba el voto del Senado, esperado en las próximas horas, para la aprobación del presupuesto para el año fiscal 1987, que comenzó el pasado 1 de octubre.

La Cámara de Representantes aprobó en la madrugada del jueves (hora peninsular española), una asignación de 576.000 millones de dólares como parte del presupuesto global, que ronda el billón de dólares. La cantidad incluye 291.000 millones de dólares (unos 38 billones de pesetas) para defensa, con una reducción en términos reales respecto a 1986, y supone el menor incremento en gasto militar desde que llegó a la Casa blanca en 1981. La Cámara ha recortado en 28.000 millones de dólares la cantidad solicitada por Reagan.

El presupuesto incluye también la ayuda de 100 millones de dólares (13.000 millones de pesetas) a la contra para continuar la guerra sucia de Nicaragua inspirada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Sin embargo, el presidente firmará el presupuesto a pesar de las amenazas de veto que formuló antes de la cumbre de Islandia, para cerrar de una vez el compás de espera presupuestario, que hizo que a medianoche de ayer el Gobierno, técnicamente, estuviera en bancarrota.

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