El tesón y la entrega, factores del triunfo en París, del bailarín Antonio Castilla

El bailarín español Antonio Castilla, que obtuvo el pasado sábado en París la medalla de oro y el gran premio de la Villa de París por parejas, junto a Arantxa Argüelles, es un profesional en el que hay que destacar, más que sus dotes naturales, la entrega y el tesón como factores decisivos para su triunfo.Nacido en Tarrasa hace 25 años, de padres y abuelos cordobeses, a Antonio Castilla se le puede encontrar siempre en la barra y frente al espejo del salón de ensayos. "Es la única manera de hacer algo", dice, "sobre todo en mi caso, que tengo la conciencia de que no puedo perder tiempo".

La biografila artística de Antonio parece una película de aventuras. "La idea de bailar", dice, "fue de un amigo mío. Éramos tres chicos que hacíamos deporte, y buscando elasticidad fuimos a una academia de Tarrasa. Allí oí el nombre de Nureyev. Nos fuimos a Bruselas de vacaciones y conocí a José Parés, un gran profesor de ballet, quien me dijo que los profesores se medían por la calidad de sus alumnos. Vi a Víctor Ullate en el estreno de Gaite parisiense, le pregunté con quién había estudiado y me nombró a María de Ávila". Antonio ya no regresó a Tarrasa: "Yo era entonces ayudante de pastelería. Tenía 17 años y me fui a Zaragoza". Esta maestra de ballet ha sido muy impoprtante en su carrera. En 1983 entró en el Ballet Nacional.

Antonio Castilla tiene planes para su carrera: "Empezaré a tomar clases de arte dramático para conseguir desinhibirme totalmente en escena".