Lo contemporáneo sin fronteras
El estreno en Madrid del Réquiem polaco, de Krzystof Penderecki, y la presencia del compositor completan un breve pero muy interesante círculo contemporáneo que cualifica al Festival de Otoño: Bernaola, Messiaen, Castro / Lorca y Penderecki, con obras importantes en todos los casos y recientes en la mayoría se vieron asistidos y aplaudidos por un público normal y no de catacumba. Que, entre otros, uno de los grandes méritos del músico polaco es el de haber sabido romper el muro de hielo existente entre lo actual y lo mayoritario bien lo demostró la entusiasta reacción del público madrileño, el viernes y el sábado, en el teatro Real.En su Réquiem, el autor de Los demonios de Loudun canta, en religioso y en humano, la historia y los hombres de su país: la guerra mundial -en su 40º aniversario-, las luchas de Walesa, los tristes acontecimientos de Gdarisk (que provoca el Lacrymosa), el cardenal Wyszyriski, al que dedica el trozo más bello de la obra, Agnus dei a cappella.
Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión de Cracovia y Coro de la Filarmónica de Varsovia
Estreno de Réquiem polaco, de Krzystof Penderecki. Solistas: Nicolesco, Podies, Grychnik y Tesarowicz. Director: Kr. Penderecki. Festival de Otoño / Orquesta Nacional. Teatro Real, 10, 11 y 12 de octubre.
Como en otras obras sinfónico-corales de sustancia religiosa, Penderecki hace de su Réquiem una suma de significaciones y emociones, y se sirve de muy varios procedimientos -cantado, recitado, parlato, gritado- y de su magnífica imaginación tanto para la construcción dramática como para la coloración armónica y tímbrica, hasta redondear una partitura maestra, como corresponde a un verdadero maestro de nuestro tiempo.
Palabra polaca
En algunos momentos la palabra latina cede su sitio a la polaca, como en las dos apariciones del Recordare, Jesu pie.Con la Sinfónica de la RTV de Cracovia y el Coro de la Filarmónica de Varsovia, dirigidas por el autor, hicieron una excelente versión de la última gran partitura de Penderecki los solistas Mariana Nicolesco, Ewa Podles, Henryk Grychnik y Romuald Tesarowicz.
Todo el cuarteto lució una extraordinaria calidad y una compenetración con las intenciones del compositor verdaderamente admirables, elogio que habría que extender al coro de la Filarmónica de Varsovia, cohesionado, afinado y especialmente ducho en la interpretación de la música contemporánea.
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