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Tribuna:LA DISMINIUCIÓN DE POBLACIÓN EN LA CAPITAL DE ESPAÑA
Tribuna
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Malthus llega a Madrid

El padrón de habitantes fechado el 1 de abril de 1986 dice que la Comunidad de Madrid cuenta con 4.716.000 habitantes distribuidos en 1.868.000 viviendas. Respecto al censo de cinco años antes, se han contabilizado 30.000 habitantes más. Este reducido crecimiento quinquenal se explica fundamentalmente por el comportamiento de la capital, que pierde 15 1.000 habitantes. Los 27 municipios del área metropolitana, exceptuando la capital, ganan 157.000 habitantes; en el resto de la región el incremento es de 24.000 habitantes en los últimos cinco años.Respecto al quinquenio anterior (1976-1980) el cambio más significativo está en las migraciones, pero sobre todo en la fecundidad. En efecto, la capital perdió por emigración en ese período (19761980) 199.000 habitantes; en el último quinquenio (1981-1986) se estima que ha perdido 184.000 habitantes como saldo neto emigratorio. La región de Madrid ha tenido por primera vez en muchos años un saldo migratorio quinquenal negativo estimado en 133.000 personas.

1. La Comunidad

El padrón de 1986 arroja un crecimiento en los últimos cinco años de 97.000 viviendas principales y 57.000 secundarias o desocupadas, cifra que está en consonancia con las estadísticas de viviendas terminadas. Una vez más es el comportamiento demográfico de la capital el que condiciona el conjunto, pues con todo, y a diferencia .de operaciones censales anteriores -esta vez tan sólo son 46 municipios, frente a 67 del quinquenio anterior-, los que pierden población, si se exceptúan Madrid y Alcorcón, son los pequeños pueblos que sesitúan en el valle del Lozoya, Uceda, llanos entre el Tajuña y el Henares y algunos de la vega baja, del Guadarrama y la alta del Perales.

A falta de datos definitivos sobre nacimientos y defunciones, se estima que en el área metropolitana el saldo inmigratorio del último quinquenio se sitúa en torno a las 70.000 personas, Fuenlabrada, con más de 30.000; Mástoles, con unos 13.000; Colmenar Viejo, con 9.000, y Coslada, Las Rozas, San Sebastián de los Reyes, con 7.000 cada uno, son los municipios con mayores saldos positivos. Aparte de la capital, tienen saldo neto emigratorio: Alcorcón (unos 11.000), Leganés (7.000), Torrejón de Ardoz (6.000) y Alcalá (3.000), y CIempozuelos, Getafe, Guadarrama y San Lorenzo de El Escorial son saldos negativos inferiores a las 1.000 personas en el quinquenio. Las migraciones apreciadas pueden resumirse en los siguientes puntos:

- La región tiene por primera vez un saldo migratorio quinquénal negativo.

- Es el comportamiento de la capital el que explica ese saldo; sin embargo, en este municipio la pérdida por emigración ha sido menor que en el quinquenio anterior.-

La capacidad de,atracción del área metropolitana se ha reducido drásticamente irespecto a quinquenios anteriores. De hecho, en la zona sur sólo Fuenlabrada y Méstoles tienen saldos positivos de consideración, y lo mismo cabe decir del corredor del Henares.

- Aparece un crecimiento núgratorio significativo en la zona norte del área metropolitana.

Las emigraciones hacia fuera de la comunidad parecen onentarse, por este orden, hacia Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León y Comunidad, Valenciana. Se trata, por tanto, en parte, de retornos.

- Sigue dándose tina permanente y perceptible reubicación de la población dentro del área metropolitana con origen en la capital

.II. La capital

La población de derecho del municipio de Madrid era el 1 de abril de 1986 de 3.007.813 habitantes. Con relación al censo anterior, de 1 de marzo de 1981, Madrid, cuya población contaba entonces con 3.158.818 habitantes, pierde 151.000.

La disminución de población de Madrid no es un hecho nuevo- Ya en el primer quinquenio-de los años setenta disminuye bruscamente el ritmo de su crecimiento demográfico. Entre 19*76 y 1981 el municipio de Madi-id perdió 69.193 habitantes como resultado de un saldo migratorio neto negativo de 198.790 y de un crecimiento natural positivo (diferencia entre nacimientos y defunciones) de 129.493 personas.

De 1981 a 1986 el crecimiento natural disminuye drástiéamente, estimándose en sólo-33.000 personas, lo que supone un 2 por 1.000 anual frente al 8 por 1.000 anual del quinquenio anterior.,

La fuerte baja de la'natalidad que afecta a España con.el -mismo rigor que a los demás países .desarrollados, aunque con algunos años de retraso, es la principal explicación de esta evoluciéri. Mientras qué en el período 1976-1981, a ,pesar de haberse ya iniciado el descenso de la fecundidad, se registraron en Madrid 247.749 nacimientos, se estima en sólo - 163.000 los que se producen en, los últimos cinco años. Al general descenso de la fecundidad se añade en, Madrid el efecto negativo sobre la natalidad del envejecimiento de la población, más acusado que en el conjunto del país. Este: último factor explica igualmente que a pesar de una probable disminución de la mortalidad general, aumente el número de fallecidos., estimados en 130.000, frente a los 118.256 del quinquenio anterior.

La pérdida de población de los grandes centros urbanos es un hecho generalizado en el mundo desarrollado. Ciudades como Londres, París, Roma, Nueva York, han visto disminuir su población desde mediados de los años setenta. La población de las grandes urbes sigue un ciclo en el que se suceden fases de rápido crecimiento, de estancamiento y de declive y envejecimiento. En Madrid el crecimiento se produce primero en la periferia interna durante el período de desarrollo económico, especialmente en la década de los sesenta, y corresponde a una situación en la que las grandes ciudades representan focos de oportunidades de empleo en un entorno.rural pobre y de escasa productividad. El estancamiento aparece a medida que la progresiva ocupación de los espacios libres de la ciudad va encareciendo el suelo, obligando a las nuevas familias a localizarse en una periferia cada vez más alejada del centro, desbordando los límites del municipio y provocando el auge de una corona exterior. Este proceso ha sido en cierto modo anticipado y conducido por el urbanismo de corte -especulativo en el período predemocrático, con la característica constitución de islotes urbanos alejados, creando así de paso artificiales espacios vacíos para la especulación. Muchas de las nuevas familias que aquí se forman se veían literalmente obligadas a vivir fuera del municipio, donde se construían cada vez menos viviendas y más caras. Finalmente se - llega a una disminuci ón de la población por la intensificación del movimiento centrífugo anterior, al que viene a añadirse la inversión de la corriente migratoria externa a la región. El número de los que sé trasladan a otras comunidades, en parte retornando a su lugar de origen, acaba superando al de los que llegan.

La pérdida de habitantes del núcleo urbano no tiene, en principio, un sentido negativo, puesto que es signo visible de la reestructuración del espacio, reflejo de una nueva situación en la que se constituye un área metropolitana que pasa a ser el verdadero referente para el mercado de trabajo, el sistema de transporte y en general cualquier uso del espacio.

El municipio de Madrid sigue exigiendo un nivel de servicios, y en él se desarrolla un nivel de actividad, en relación con el uso de la ciudad, que no se deriva sólo del número de sus residentes permanentes, sino también de su situación de centro de un área funcional con un alto nivel de integración, y, por supuesto, de su condición de capital.

El proceso descrito no tiene valor de rígido determinismo. Se trata más bien de una tendencia que sólo se mantiene con fuerza mientras no se tomen medidas adecuadas para contrarrestarla, lo que en Madrid se produce con la aprobación y puesta en marcha de los planes generales de urbanismo, en los que se plantea una estrategia clara con una propuesta equilibradora del área metropolitana, con el objetivo de que un porcentaje significativo de los hogares que todavía se ven expulsados del municipio fijen su residencia en la capital.

Para ello se propicia la construcción de viviendas de protección oficial mediante la calificación de la casi totalidad del suelo urbanizable programado y se acomete la regulación del mercado del suelo, creando una oferta adecuada a la demanda, que con anterioridad se derivaba hacia otros municipios del área.

Por otra parte, se han realizado importantes iniciativas municipales de. conservación y rehabilitación del centro, y sobre todo se favorecen con diversas medidas ordenancistas y subvenciones directas las iniciativas privadas de rehabilitación que marcan ya el paisaje urbano del centro de la villa. Esta política deberá producir, como ha ocurrido en otras grandes ciudades, una repoblación del centro, hasta ahora la zona más afectada por la pérdida poblacional, con la Regada de jóvenes.

Junto a esta acción directa a través de lo que son sus cauces naturales (calificación y ordenación del espacio), el plan está introduciendo una racionalización de la inversión pública en infraestructuras y equipamiento, además de ofrecer un marco de certidumbre, lo que contribuye al relanzamiento de la inversión privada.

III. Algunas condusiones

Es obvio que la larga crisis económica ha influido de manera sustancial en las dos causas inmediatas del giro radical que se observa en la demografía madrileña: migraciones y fecundidad. Sin embargo, no se trata, con toda probabilidad, de cambios coyunturales. La caída de la fecundidad tiene un calado tal que bien puede asegurarse se está ante un cambio profundo del comportamiento en el que España ha alcanzado en un corto tiempo las bajas pautas europeas. Las migraciones, por primera vez negativas, señalan la hondura de la crisis industrial sufrida. Los últimos datos positivos respecto al empleo muestran que no se va a rehacer el camino hacia nuevas grandes empresas, sino que se está en el inicio de una industria mucho más pequeña y versátil, junto a un terciario que se presenta con gran fuerza.

La caída de la presión demográfica tiene un resultado negativo en un punto: el envejecimiento de la población; sin embargo, presenta aspectos beneficiosos desde la óptica de la política territorial y de servicios. Los planes generales de urbanismo aprobados en los últimos años, que han acabado con el urbanismo especulativo, los planes de protección de los cascos antiguos, la política de rehabilitación y las directrices metropolitanas, que se aprobarán en breve, podrán llevarse a cabo con mayor facilidad frente a una demografia blanda que frente a una dura.

Si la evolución económica confirma la mejoría que hoy se empieza a percibir, los grandes déficit de equipamientos derivados del crecimiento incontrolado anterior podrán cubrirse en los próximos tiempos desde la óptica racionalista y de progreso con la que se ha planteado la política municipal. A saber, y sin ser exhaustivos:

- Renovación del centro de la capital, siguiendo con la política conservacionista y rehabilitadora, cuyos frutos son ya visibles. Será preciso evitar la excesiva terciarización de esa almendra central con una correcta política de vivienda y el control público de que dispone el Ayuntamiento.

- Sutura y acabado de los bordes: viales, zonas verdes y parques, como el recientemente inaugurado de Tierno Galván, o la red de parques metropolitanos que se anuncia (Polvoranca, Butarque, etcétera).

- Recuperación de zonas hoy vacías, como la que se prepara en Vallecas, o el relleno para usos civiles de cuarteles Y espacios militares (Getafé, Leganés, Alcalá, Madrid) afectados por el plan Meta del Ejército.

Una política que mejore sensiblemente la calidad del transporte colectivo y disminuya el tráfico en el centro exigirá una reordenación de los recursos públicos hacia este campo y hacia los accesos por carretera a la capital.

- Los servicios sanitarios, educativos y los dirigidos específicamente a la tercera edad tendrán que reorientarse en los próximos tiempos por efecto de los cambios demográficos descritos.

En tiempos pasados era común pensar en el crecimiento demográfico como signo de vitalidad Nada más falaz. Los radícales cambios que se observan en la demografía madrileña deben servir paramostrar la vitalidad de la sociedad madrileña a la hora de resolver sus graves problemas, muchos de ellos derivados de un crecimiento incontrolado que sirvió para enriquecer a unos pocos a costa de destrozos gravísimos en el territorio y en el medio, en fin, a costa de quienes peores posiciones sociales soportan hoy.

Joaquín Leguina y Juan A. Fernández Cordón son doctores en Demografía.

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