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Atraco frustrado contra la caja fuerte del Vaticano

Juan Arias

El hecho de que uno de los cajeros se desplomara en el suelo sin sentido ante la vista de las armas fue lo que, muy posiblemente, impidió ayer que tres atracadores se adueñasen, pistola en mano, del dinero preparado en la caja de seguridad de la Oficina de Gobierno del Vaticano para hacer efectivo el sueldo de los más de 1.000 trabajadores del pequeño Estado pontificio. Los ladrones frustrados huyeron saltando la muralla vaticana.

La noticia del fallido atraco en el centro mismo del Vaticano ha causado fuerte impresión en Roma, porque es la primera vez en la historia del Estado del Papa que se intenta realizar en él un atraco a mano armada. Un precedente ocurrió hace algunos años, cuando unos obreros robaron medallas y pectorales de oro en las propias habitaciones pontificias.En esta ocasión, los tres atracadores, que actuaron a cara descubierta, tras ver que la cosa se ponía difícil -ya que, tras caer desmayado el cajero, saltó el dispositivo de alarma-, huyeron escalando la muralla cerca de la pequeña estación de ferrocarril vaticana, con la ayuda de una gruesa cuerda.

La Oficina de Gobierno es la que se encarga de los problemas administrativos del personal vaticano y la que paga los sueldos. Su vicepresidente es el famoso arzobispo norteamericano Paul Marzinkus.

Los tres atracadores, de unos 30 años de edad, se presentaron pistola en mano ante los cajeros. Mientras uno de los funcionarios caía desmayado, el otro les explicó, engañándoles, que hasta las ocho de la mañana no le traían sus superiores la llave para abrir la caja de caudales. Otro empleado, que había visto la escena, dio la alarma y los, guardias suizos empezaron a cerrar todas las puertas de entrada al Vaticano.

Pero los atracadores tenían bien preparada su huida. Saltaron por la parte más baja de la muralla que da a Vía Aurelia, donde con toda seguridad les esperaban otros eómplices con un coche.

Se desconoce por el momento cómo pudieron entrar, primero en el Vaticano, y luego acceder a la Oficina del Gobierno, en el centro mismo de los jardines del Papa. Una de las hipótesis es que pudiesen tener algún cómplice dentro y que penetraran a través de una puerta secundaria situada en la parte trasera del recinto vaticano. En dicha entrada no hay guardia suiza. Hay sólo unos vigilantes que, curiosamente, la noche anterior al atraco habían celebrado una fiesta hasta muy tarde. Hay quien piensa que los atracadores lo sabían, y aprovecharon las primeras horas de la mañana para el robo, con la suposición de que los vigilantes estuviesen aún medio dormidos.

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La preocupación ayer en el Vaticano, donde el Papa fue en seguida informado del hecho, no se refería tanto al dinero, pues, según el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, en la caja fuerte no debía haber más de 100 millones de pesetas, sino al hecho de que se pueda entrar en el Vaticano con tanta facilidad, lo que puede facilitar, por ejemplo, un atentado terrorista.

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