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'Objetivo austeridad', nueva consigna del presidente Benyedid

El objetivo austeridad inculcado por el presidente Chadli Benyedid a esta Argelia de 1986 ha estado acompañado por medidas restrictivas que han afectado de lleno a los Presupuestos Generales del Estado con recortes a ministerios de importante peso social, como los de Sanidad, Interior o Educación Nacional. El mensaje ha sido claro, y el presidente lo dijo en su Instrucción número 47, que consiste en "evitar el despilfarro, aumentar el ahorro, proteger al máximo las existencias tecnológicas y mejorar todos los niveles de mantenimiento para preservar la calidad de los materiales ya adquiridos".

Desde hace poco tiempo resulta difícil observar en la Prensa extranjera, con algunas excepciones en los periódicos franceses, anuncios oficiales argelinos anunciando subastas de proyectos determinados del país, algo muy común antes.Los argelinos no lo dudan: para adquirir en el exterior, que en suma es de donde vienen, la mayoría de los productos que necesita el país, incluidos algunos básicos para la alimentación (carne, huevos y cereales), hay que pagar con gas, petróleo, fosfatos, mineral de hierro y productos manufacturados. La mayoría deestas mercancías está ahora a bajo precio en el mercado internacional, como el gas y el petróleo, y el volumen de ingresos obtenidos antes por su venta se ha visto reducido notablemente.

Para sanear la economía y tal vez prevenir la catástrofe se ha recurrido a las restricciones presupuestarias en el interior y al control de las adquisiciones del exterior, con el punto de mira puesto en el control de las divisas.

Algunos ministerios han visto recortado su presupuesto. anual entre un 30% y un 40%, y hasta la defensa militar es hoy una de las afectadas, de manera que se está recurriendo a la recuperación de piezas de material considerado viejo o inútil que se extraen para reparar unidades en activo, como, según señalan algunos observadores, ha ocurrido recientemente con carros de combate rriedio de los tipos T-54 y T-55, de fabricación soviética, de los cuales el Ejército argelino dispone de unos 300.

Al ciudadano de la calle el plan de austeridad gubernamental le ha afectado esencialmente en cuanto a su salida al exterior -las nuevas disposiciones sólo permiten sacar del país 500 dinares por año (unas 325.000 pesetas) o 1.000 dinares cada dos años-, y al extranjero visitante se le exige pagar en divisas.

Cursos de formación

También se ha restringido el número de argelinos, bastantes en los últimos años, que se desplazaban al extranjero para cursos de formación, por los gastos que supone el viaje y la estancia por largo tiempo fuera del país.

Todas estas medidas han sido puestas en marcha dentro de un orden y un respeto hacia algunos aspectos de la vida social, como es intentar que su repercusión no perjudique a la ya molesta e incómoda calidad de vida del argelino o a fenómenos como el religioso, sobre el que el presidente Benyedid ha demostrado tener gran sensibilidad, habida cuenta del problema fundamentalista, cada vez más notorio en el Magreb, y que en Argelia tomó forma de bandidaje en el otoño pasado con una serie de acciones de un grupo armado que llegó a atacar incluso a un cuartel de la policía estatal.

Benyedid ha dicho que cada ciudad, pueblo o comunidad argelina dispondrá de una mezquita, y, curiosamente, en el recorte presupuestario de los ministerios uno de los departamentos que más favorecidos han salido ha sido el de Asuntos Religiosos, junto al de Obras Hidráulicas y el de Industrias Ligeras.

La religión es algo que aquí en Argelia, quizá antes considerado como un estado laico, está tomando un carácter de primer orden, como ocurre con el fenómeno de la incipiente cultura llamada nacional, que se trata de favorecer frente a otras exteriores, especialmente la europea, que se considera aquí de efectos nefastos para la infancia y la juventud.

En agosto pasado, con motivo de la fiesta del Aid el Kebir, que conmemora anualmente el sacrificio de Abraham, se dieron orientaciones desde la cúpula política al ciudadano argelino para que no cometiera excesos en la matanza de corderos, que es el rito principal de este día religioso junto con su preparación culinaria. En el aviso se indicaba que las familias, que suelen sacrificar generalmente este día un cordero, fueran menos rigurosas con la tradición e hicieran prevalecer en sus criterios el problema económico que se estaba planteando el país.

Obsesión por la crisis

Es tal la obsesión en Argelia sobre este asunto, que si el año pasado fue el proyecto de "enriquecimiento" (reforma) de la Carta Nacional el que acaparó meses, semanas, días y horas en el debate diario de los argelinos, hoy todo se centra en el objetivo del control firtanciero público y en el sacrificio popular para prevenir la crisis.

Argelia, salvo los viajes diversificados del presidente al exterior, sigue siendo la misma: un país especial en el norte de África, con una juventud creciente que quiere vivir mejor y menos ideologizada y un presidente que se ha convertido en la única esperanza de un cambio esperado que, si no procura cambios políticos inmediatos, sí permita una mejor calidad de vida y una nueva forma de comodidad en el aspecto social.

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