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Tel Aviv propone a Rabat participar en la conferencia de paz para Oriente Próximo

Los contactos entre Israel y Marruecos han tomado cuerpo de nuevo en los últimos días al recibir el rey Hassan II en su palacio de Rabat al portavoz de los laboristas en la Knesset (Parlamento israelí), Raphy Edery, uno de los acompañantes del primer ministro Simón Peres en su encuentro de Ifrán de julio último con el monarca alauí. Edery trasladó al soberano de Marruecos un mensaje personal de Peres y le propuso, en su condición de portavoz del grupo que apoya a la coalición gubernamental, la participación de Marruecos en los trabajos preparatorios para la celebración de una conferencia internacional para la paz en Oriente Próximo.Al contrario que cuando se produjo el encuentro de Ifrán, todos los periódicos de Rabat han dado cuenta de las gestiones de Edery ante el rey Hassan. Un comunicado del Gabinete real indica que el soberano ha precisado a Edery que la posición marroquí consiste en que en la conferencia deben participar los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, "de forma particular la URSS", y que el pueblo palestino tiene que sentarse a la mesa representado por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Las actividades hebreas en Marruecos en los últimos días acaparan los titulares de las primeras páginas de todos los medios de comunicación, en especial con motivo de la presencia en Rabat de una delegación de la Conferencia Mundial de Judíos de Marruecos, que engloba a los residentes en este país y a un importante número de originarios repartidos por diversos países del mundo, especialmente en Israel. La delegación la formaban el presidente de la conferencia, David Amar, también presente en Ifrán junto a Peres; Robert Assaraf, secretario general; Serge Berdugo, presidente de la Comisión de Exteriores, y el laborista Edery, este último en calidad de vicepresidente-delegado.

Hasta el encuentro de Ifrán, los contactos entre Rabat y su comunidad hebrea, siempre, calificados de extraordinarios, se han centrado en la condición de oriundos, y si a veces -en actos o manifestaciones públicas- se ha hablado de Oriente Próximo o del problema árabe-judío, se ha hecho con el mayor respeto, para no crear susceptibilidades.

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