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DANZA

Noche española en el festival de Berlín

ENVIADO ESPECIALEl festival de Berlín ha elaborado, en el centenario de Mary Wigman, una programación de danza en homenaje a la fundadora de la danza expresionista alemana, que comprendió, entre otras compañías, al Vullberg Ballet, de Suecia. La primera noche, la del lunes, fue una sesión española por excelencia. Mats, Ek ha traído a Berlín su pieza La casa de Bernarda Alba, basada en la obra homónima de Federico García Lorca. La bailarina española Ana Laguna fue la estrella al interpretar el Romeo y Julieta de Birgit Cullberg, una pieza histórica de vibrante actualidad.

La 36ª edición del festival de Berlín ha querido, según su responsable de programación, Francesca Spinazzi, rendir homenaje a Mary Wigman en su centenario con una fuerte programación de danza que reflejase las vanguardias actuales en distintas partes del mundo.

La presencia de Cullberg Ballet ha sido el máximo exponente de una danza de renovación donde perviven, dialécticamente asimiladas, las huellas del pasado. El primer programa se compuso de dos piezas: Romeo y Julieta, creación de hace 17 años de Birgit Cullberg -asombrosamente lúcida y activa todavía-, que mantiene una vigencia tanto en la concepción del montaje como en la coreograria, y La casa de Bernarda, ideada por su hijo Mats Ek hace siete años.

Esta pieza vuelve a la escena berlinesa después de haber sido retirada de cartel hace cuatro años, precisamente en el cincuentenario de la muerte de García Lorca. La casa de Bernarda fue presentada en Barcelona hace seis años, en dos representaciones, que tuvieron, según recuerda el propio Ek, una cálida acogida por el público: La casa de Bernarda es un rito electrizante, lorquiano hasta la médula, donde se unen humor y drama en unas secuencias llenas de sorpresas escénicas.

Es una historia que redime a los personajes de toda opresión posible. La moral, la política y el amor no pueden ser barreras de la libertad individual, sino sus cauces. Con esta premisa, en el escenario se establece una dura batalla a voces y saltos entre opresor y oprimidos. El nivel de baile es altísimo en todos los intérpretes, y Mats Ek encontró en Luc Bouy el bailarín ideal para hacer que el papel de Bernarda fuera bailado por un hombre. En la danza asoman modos españoles muy estilizados, con menciones sonoras de guitarra.

La noche había comenzado con el Romeo y Julieta de Birgit Cullberg, bailado por Ana Laguna, la mejor bailarina española del momento capaz de intepretar con un sentido de profundidad nada habitual. En La casa de Bernarda, su voz, en castellano, se deja oír tras las bambalinas en un fuerte timbre que puede ser el símil de la altura de su baile.

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