Presencia de Francia e Italia

ENVIADO ESPECIAL La actuación viva y altamente profesional del grupo instrumental Musica D'Ogge ha constituido uno de los mejores capítulos del festival. Formado en Roma hace seis años, ha ofrecido este grupo una síntesis de la creación contemporánea en Italia a lo largo de dos programas, en los que estaban representados autores significativos de cinco generaciones: la de 1901, con Petrassi, maestro de cantos y feliz autor de las estupendas Invenciones para piano, la de 1916, simbolizada por Bruno Maderna en su aérea, mágica e imaginativa Serenata para un satélite; la de 1931, en la que destacan Franco Donatoni, Francisco Penissi y el arriesgado Silvano Bussotti; la de 1946, o sea la de Salvatore Sciarrino, capaz de agotar las posibilidades instrumentales del chelo, y Marcello Panni, de tan aguda y sorprendente invención en un original Veni creator, acaso el momento más alto de los dos programas.

En fin, la generación de 1961 asomó su ya bien terminado rostro en un Nocturno de Matteo D'Amico y en Batnum, de Betty Olivero, radicada en Florencia.

Otro prestigioso grupo, Solars Vortice, fundado y dirigido en 1976 por Jean Pierre Dupuy, trajo al festival otros aires: los del sustancial gusto francés que pervive a través de los tiempos y las mutaciones en las obras actuales de Jean Louis Petit, de Nicole Lachartre y Jean Claude Risset.

En contraste con tanta complacencia sonora, el leonés, profesor de órgano en Alicante, Adolfo Gutiérrez Viejo, presentó su Partenogénesis sonora número 1. En una búsqueda minuciosa, a partir de elementos melódicos, rítmicos, armónicos y tímbricos muy parcos, el compositor desarrolla ampliamente y por vía de lo sensorial, tanto como de lo temporal, algo así como un pálpito de vida sin fin. El resultado se conecta en alguna medida con la tendencia repetitiva.