_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Benedetti

Ha sido una reciente colaboración de Mario Benedetti en su periódico y una rabieta en forma de misiva publicada el 6 de septiembre lo que me ha impulsado a escribirles. El artículo en cuestión (31 de agosto), motivo de tan deleznable carta, es espléndido y acierta con precisión en cada una de sus líneas. Los que amamos la literatura norteamericana desde Poe hasta Faulkner y sabemos del espíritu progresista que movió la prosa de los Sinclair, London, Dreiser, etcétera, asistimos con impotente tristeza al resurgir del mccarthismo y la locura neopuritana de algunos de sus compatriotas (los más influyentes), y lo que es más desolador, la cómplice inhibición de un gran número de intelectuales de ese país. Sospecho que a Benedetti le ocurre tres cuartos de lo mismo. Artículos como el suyo, tan lúcidos e incontestables en la cuestión nicaragüense, sencillamente proporcionan placer y compañía, cosa que no es poca entre tanto empacho light y posmodernista. Hace ya medio siglo que EE UU dejó de ser el baluarte del mundo libre para convertirse en esa inmensa y voraz ameba que quiere seguir creciendo a expensas de todos.

Según el autor de la carta de marras, "parece mentira que un periódico que se dice serio permita al señor Benedetti espacio tan privilegiado". Desde mi modesto punto de vista, ese espacio otorgado a plumas de la talla de Mario va cercenándose día a día, aunque estoy plenamente seguro de que opiniones como las vertidas por el señor Nogales poco tienen que ver en ello. Gracias a Dios o al diablo, el discurso de la intolerancia y el pataleo (quien se pica ajos come) ya sólo seduce a un sector de la prensa muy limitado y de sobra conocido.

Por cierto, Orwell no es quien para demostrar nada, si no es su inmadurez como eterno adolescente y su probada mediocridad como escritor con delirios de profeta. Magnifico fabulador de paranoias, eso sí, quiso predecir un mundo de pesadilla para 1984, y lo único que nos ha dejado es la fiel transcripción de sus manías persecutorias en 1948, Y en cuanto a Chomski, si su ejemplo sentara precedente, otro gallo nos iba a cantar.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_