Bloomsbury, en Barcelona
Novelistas, economistas, pintores, críticos de arte ... El toponímico del distrito londinense de Bloomsbury señala el punto de encuentro de uno de los colectivos intelectuales más interesantes del siglo, que vivió su momento cumbre entre 1915 y 1950. La escritora Virginia Woolf y el economista J. M. Keynes son sus figuras más relevantes. Pero el grupo albergó a otros talentos creativos, cuya obra se descubre en una exposición organizada en Barcelona por La Caixa que se inaugurará el martes próximo.
Marta Pessarrodona, Xavier Oliver y Josep Bagá han trabajado durante un año en distintos aspectos de su preparación. El grupo de Bloomsbury empezó como cualquier tertulia de amigos de la época; tés filosóficos, cenáculos literarios, meriendas dialécticas. El Trinity College de Cambridge, y más concretamente la sociedad Apóstoles, fue su nido originario. Pero el tiempo demostró que rio era una tertulia cualquiera.Hoy no hace falta explicar quiénes fueron Virginia Woolf, Maynard Keynes o Morgan Foster, autor de Un viaje a la India, ampliamente divulgada en versión cinematográfica. También Lytton Strachey es bastante conocido en España gracias a las traducciones de Victorianos célebres e Isabel y Esexx, y algo se sabe de Roger Fry, crítico de arte que llevó el posimpresionismo al Reino Unido y fundador del taller Omega, en 1913. Sin embargo, el resto del grupo permanece todavía en la sombra. Quentin Bell, en su libro El grupo de Bloomsbury, editado por Taurus en 1976, describe los perfiles de algunos de ellos. Habla de Clive Bell, otro importante crítico del posimpresionismo; de Duncan Grant, "el pintor británico más conocido de su generación de entreguerras"; de Desmond MacCarthy, crítico teatral y literario; de James Strachey, "psicoanalista que dio a conocer a Freud en Inglaterra"; del escritor David Garnett y del también escritor, editor y político, Leonard Woolf.
Bell recuerda otras figuras relegadas al olvido como la pintora Vanessa Bell, el matemático H. T. J. Norton, el economista Gerald Shove, el sicoanalista Adrian Sthefen, el diplomático Sydney Waterlow o la profesora Marjorie Strachey.
La mujer
El tertulianismo podría ser el término que mejor define la esencia del grupo de Bloomsbury, "un cuerpo tan amorfo como puede serlo un grupo de amigos", afirma Bell.El papel activo que desempañaban las mujeres, tanto en las conversaciones como en el trabajo creativo individual, es, para Marta Pessarrodona, uno de los rasgos más distintivos del grupo, en directa relación con su rebeldía frente a los caducos modelos de conducta de la sociedad victoriana. "Por primera vez en un colectivo de intelectuales, la mujer tuvo en Bloornsbury una función creativa propia, ya no como musa o como compañera de orgías y evasiones", dice Pessarrodona.
Tanto la literatura como la pintiara de Bloornsbury denotan un talante pacífico, aun cuando no sea explícitamente pacifista. "No es inconsciente, en modo alguno, de la violencia, pero reacciona frente a ella, ya evitándola deliberadamente, ora mediante la crítica ora mediante la burla, ya tratando de hallar una fórmula capaz de refrenarla", escribe Bell.
"En la exposición hemos intentado reproducir los abigarrados interiores y la atmósfera que vivían los bloomsburyianos. En uno de los espacios se recrea una típica sala de estar con piezas auténticas cedidas por varios museos", comenta Olivé.
"De los pintores de Bloomsbury -Vanessa Bell y Duncan Grant.. son los más notables- valoro, sobre todo, sus primeras obras reafizadas bajo la influencia del posimpresionismo. Más interesante me parecen los diseños del taller Omega. Los artistas del. taller demostraban una verdadera obsesión por pintarlo todo, desde los muebles a las cortinas, rnuchas veces con el objetivo utilitario de simular el deterioro de estos objetos que compraban de segunda mano. En una época de crisis de las vanguardias que ellos vivieron, en cierto modo similar a la que ahora atravesamos, fueron capaces de dar una respuesta que conserva su vigencia", explica Olivé.
Babelia
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