Guardias ante eI juez

No es humillante para un guardia civil que tenga la conciencia limpia y no haya cometido abusos ni practicado torturas contra un conciudadano prestarse honestamente a comparecer en rueda con otros compañeros para facilitar la indispensable identificación ante la justicia de otro guardia civil, autor de torturas testificadas por el médico forense contra un inocente y, por tanto, culpable de un abominable desafuero contra la humanidad entera: la tortura.Sí es humillante, por el contrario, para un miembro de la Benemérita, escudarse en un falso y contraproducente espíritu de cuerpo -que daña y humilla antes que a nadie al cuerpo mismo- para bloquear y obstaculizar con su incomparecencia ante el poder judicial que cumple su función la investigación sobre la autoría de un crirrien nefando, que al no ser puntualmente identificado difunde, como un siniestro calamar, su negra mancha sobre todo el cuartel, sobre todo el cuerpo de la Guardia Civil, sobre el ministerio interesado, sobre el Gobierno, sobre el Estado, sobre nuestro país entero, sobre la humanidad.

No es humillante para ese cuartel, para ese cuerpo, para ese ministerio, para ese Gobierno, para ese Estado, para nuestro país, para la humanidad, facilitar con una cooperación cívica, racional, ética, humana y consecuente con los valores que dicen defender la identificación y rápido y ejemplar castigo de los delincuentes infiltrados en el Estado, de las posibles ovejas negras de unos colectivos inocentes, única vía posible para la depuración, limpieza y des-humillación de estos últimos.

Sería humillante para todos nosotros y además contrario a la seguridad de todos -al facilitar la justificación, en nefasta espiral, de violencias opuestas, como respuesta a la denegación de justicia- impedir esas identificaciones y castigos ejemplares, cuya urgencia, por lo menos desde el caso Arregui, está clarnando el cielo.

Es humillante denegar el auxilio debido a la justicia. Sería humillante, por nuestra parte, guardar silencio.-