Teólogos en acción
EL CONGRESO de teología que organiza todos los años la Asociación de Teólogos Juan XXIII reúne a partir de hoy, en Madrid, a casi 2.000 católicos, en su mayoría laicos y jóvenes. El número de participantes, su procedencia de todos los puntos de España, la intensidad del programa de las jornadas y el tema de las mismas desborda los hábitos de la Iglesia española. El silencio oficial de los obispos españoles sobre el acontecimiento confirma la sospecha en torno a la excepcionalidad del mismo. Ese mutismo episcopal esconde el desaire episcopal ante lo que la jerarquía considera como una iniciativa de potentes grupos de base que quieren dar a las discusiones de este congreso el aire crítico de quienes pretenden rescatar lo más progresista del espíritu perdido del último Concilio.El congreso se celebra en un momento caracterizado por las discusiones en torno a lo que en Italia ha dado en llamarse la Iglesia del disenso. La defensa del derecho a disentir en puntos doctrinales que ni siquiera afectaban al dogma católico le ha valido al teólogo norteamericano Charles Curran la destitución de su cátedra en la universidad Católica de Washington. Y el Vaticano acaba de obligar al arzobispo de Seattle, en el Estado de Washington, a entregar la jurisdición a su obispo auxiliar, Donald Wuert, en temas tan importantes como la moral del sexo, la formación de los clérigos y de las anulaciones matrimoniales. Las opiniones del arzobispo no eran del agrado de Roma. La protesta que en este caso lidera la monja Chancet Boyle ha venido a sumarse a la motivada por la destitución de Curran. Ambos hechos parecen un toque de atención al colectivo episcopal americano, que ha dado muestras de pujanza y modernidad.
La Iglesia de la discrepancia organizada en España es hasta el momento tolerada. Iglesia y pueblo es el tema central de este VI Congreso de Teología. Las ponencias, las comunicaciones y las mesas redondas pretenden buscar un nuevo modelo de Iglesia que, sin caer en el cisma, logre el compromiso con los intereses del pueblo y la renuncia a todos los soportes del poder. Los mismos obispos españoles acaban de celebrar en León unas jornadas teológicas sobre la increencia en España. El alejamiento de los jóvenes de la Iglesia preocupa a la jerarquía católica. El capítulo de las relaciones sexuales es el que más desgasta al magisterio tradicional frente a la sociedad de hoy. La Iglesia de Juan Pablo II, lanzada a la acción y a la presencia en el mundo internacional y en las nuevas culturas secularizadas, endurece sus exigencias dogmáticas y se repliega sobre su estamento clerical.
La democratización interna y la identificación con los intereses del pueblo, sobre todo con el de las capas más débiles, son las banderas enarboladas por los sectores críticos del catolicismo. Los teólogos líderes de este movimiento discrepante no dejan de advertir sobre los riesgos que comportan las mismas causas que defienden. La identificación con las reivindicaciones de los desheredados puede conducir a una nueva forma de politización clerical. Los medios y las estrategias de una Iglesia más evangélica no pueden identificarse con opciones políticas ni con una ideología concreta. El enfrentamiento secular de la Iglesia católica con el socialismo puede aportar algunas lecciones. Cuando los papas condenaban indiscriminadamente el igualitarismo socialista venían a legitimar la estrategia de las clases dominantes y alejaban a la Iglesia del pueblo. Por otra parte, en el movimiento socialista han existido siempre sectores cristianos y organizados que invocaban el Evangelio para rechazar a la Iglesia institucional.
La Iglesia de la discrepancia en España se mueve ahora también en este dilema. Sus teólogos buscan el encuentro con la jerarquía. Es quizá la única manera que tienen de resolver sus contradicciones internas. Un país donde la representación política se realiza normalmente a través de los partidos no necesita caminos espurios para la misma. Y una sociedad secularizada y dinámica como la española precisa respuestas inteligentes y actuales, no dogmáticas, a los problemas que la acongojan.
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