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Tres 'cascos azules' franceses mueren al explotar una bomba accionada por control remoto en el sur de Líbano

El atentado que ayer provocó la muerte de tres cascos azules franceses es, por el momento, el último acto de una campaña destinada a provocar la retirada de la Fuerza Internacional de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL) de este país. Los integristas shiíes, partidarios de Irán, son los principales sospechosos de haber colocado y hecho estallar el explosivo que reventó a los soldados franceses. Sin embargo, en el seno del shiismo hay quien afirma que Israel sería el principal beneficiado de la partida de la FINUL.

Los cascos azules franceses pertenecían al regimiento número 17 de paracaidistas. A primera hora de la mañana de ayer, cuando les sorprendió el ataque, corrían para mantenerse en forma en las cercanías de su base de Juayia, a unos 12 kilómetros de la ciudad surlibanesa de Tiro y a unos 20 de la frontera internacional de Israel. Desde que, el pasado 11 de agosto, comenzaron los enfrentamientos entre la FINUL y, en particular, su contingente galo, y los milicianos shiíes más radicales de la región, los cascos azules viven en estado de auténtico cerco, sin alejarse apenas de sus posiciones. Pese a ello, apartarse unos cientos de metros de su campamento fue fatal para los franceses. Una bomba, accionada por mando a distancia, hizo explosión cuando pasaban a la carrera cerca de ella.Dos cascos azules murieron en el acto; otros dos resultaron heridos y fueron trasladados al hospital Seco, de Nakura. Uno de los heridos falleció poco después, mientras que el otro, alcanzado levemente, pronto estuvo fuera de peligro.

Solidaridad shií

La noticia del acto terrorista conmocionó a la pequeña población de Juayia. Sus vecinos, shiíes en su mayoría, sienten un sincero apego por la FINUL. Los cascos azules les evitan no pocos incidentes, tanto los provocados por los grupos radicales, que pretenden atacar el cercano Israel, como las represalias del poderoso Ejército israelí. Los soldados de la ONU constituyen además una importante fuente de ingresos.La población respondió al atentado con una huelga general inmediata y cientos de sus habitantes se dirigieron en manifestación a la base francesa, a expresar su solidaridad y exigir el mantenimiento de la FINUL en el sur de Líbano.

Según el general Pons, número dos de la fuerza de las Naciones Unidas, los grupos shiíes más radicales próximos al proiraní Hezbollah (Partido de Dios) han venido acosando las bases francesas desde que en la noche del pasado 11 de agosto se produjo un grave incidente en una carretera próxima a Tiro.

En aquella ocasión, un casco azul abatió a disparos a un dirigente local de Amal, Haidar Jalil, y a uno de sus guardaespaldas, que se habían negado a sufrir un registro. La respuesta de los militantes fue una cadena de ataques con metralletas pesadas, artillería ligera, lanzacohetes y morteros. Los hombres de la ONU, por su parte, se limitaron a responder al fuego enemigo con armas ligeras. Estos sucesos dejaron tres shiíes muertos, entre ellos los dos caídos en el control de carretera, y 17 soldados franceses heridos.

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La corriente más moderada del shiísmo, el sector mayoritario de Amal, organización que dirige Nabih Berri, es partidaria de la existencia de la FINUL.

Uno de sus dirigentes en el sur, Daoud Daoud, ha llegado a afirmar que "Israel será feliz si se marcha la FINUL, a la que acusa de no impedir las infiltraciones armadas en su territorio y, en cambio, dificultar sus represalias".

Daoud Daoud ve la mano del sionismo en el atentado de ayer. En cambio, los proiraníes de Hezbollah estiman que los cascos azules sólo sirven para impedirles luchar contra Israel.

Con este atentado, el número de cascos azules muertos en Líbano desde 1978 se eleva a 129.

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