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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El español en Estados Unidos

EL ESPAÑOL está de moda en Estados Unidos, dice el profesor Sturn -universidad de Massachusetts- en el congreso internacional de hispanistas celebrado recientemente en Madrid: es el segundo idioma de ese país. Hay que considerar, sin embargo, por lo menos dos categorías del español, y unas agresiones actuales contra él. Hay un español universitario, una especialización que cada día tiene más estudiantes, aunque está atacado por la restricción de apoyos económicos gubernamentales a la enseñanza de humanidades y especialmente a la de idiomas extranjeros. El otro español es el oral, el hablado por los allí llamados hispanics, que son los que lo tienen como lengua materna, de cualquier país que procedan, y es un idioma de proletarios, o incluso del lumpen proletariat. La agresión, en este caso, está en la lucha del Gobierno federal contra la enseñariza bilingüe, revocando una antigua jurisprudencia que la defiende. Hay un tercer español: el que no traspasa la letra. La tasa de analfabetismo funcional en Estados Unidos es considerable: unos 60 millones de personas, de las cuales 25 millones lo son totalmente y 35 millones no son capaces de un nivel de lectura o de escritura para desenvolverse en la vida (Jonathan Kozol, Illiterate America, 1985; el Instituto Nacional de Educación dice que hay 27 millones de analfabetos totales y 45 millones de semianalfabetos). La cifra más alta de analfabetismo la dan los hispánicos, con el 56% de su población; les siguen los negros, con el 44%. La relación entre grupos y educación no se establece por mayor o menor capacidad étnica para el aprendizaje, sino que está en relación con la pobreza.Pero hay también un violento choque en los niños que entran por primera vez en las escuelas cuya enseñanza se da en inglés y lo desconocen. La idea de acompañarles en esas clases con una enseñanza bilingüe es relativamente moderna, y ahora está a punto de perderse. Hace años estos niños de otras lenguas maternas sufrían el sistema llamado sink or swim: ahogarse o sobrevivir. En la década de los setenta, una profesora, Barbara Ruel, inició en su clase una enseñanza clandestina: redactó por sí misma manuales escolares de distintas disciplinas en español, sacó copias y las distribuyó entre los hispanics; el resultado fue sorprendente. Poco después se reguló la enseñanza bilingüe, al amparo de una sentencia del Supremo. El juez Douglas -famoso por su amplitud de criterio, por su apoyo a las minorías- escribió en ella que el sink or swim violaba la Constitución y la ley de Derechos Civiles: "No se cumple la igualdad por dar a los estudiantes las mismas facilidades, libros de texto y profesores; los que no conocen el inglés tienen así el camino cerrado hacia una educación significativa". Durante estos años se han intentado las clases duales, con textos escritos en los idiomas maternos de los alumnos, y profesores preparados -teóricamente- para ello. Pero el problema no afecta solamente a los hispánicos, aun siendo una enorme mayoría; la emigración del sureste asiático, la de otros países, produce enormes problemas. Y gastos.

El intento de Reagan de volver al ahogarse o sobrevivir derriba el esfuerzo y condena a la pobreza hereditaria -la que supone la no educación general y, dentro de ella, el analfabetismo total o parcial- a millones de niños. Y de adultos acogidos al plan especial para ellos. Durante la presidencia de Carter -que conocía el español-, la enseñanza bilingüe se favoreció; con la de Reagan desaparece. Las nuevas leyes de educación, aunque dejan amplitud de criterio a las autoridades locales, tienden a favorecer la enseñanza del idioma inglés, como primer paso previo a la integración en la enseñanza primaria, donde los alumnos no volverán a tener contacto con su idioma materno y con la cultura hecha en él. Se retrasará la escolarización de estos niños, y muchos quedarán sin ninguna educación.

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