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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un tanto de Gorbachov

EL DISCURSO que el máximo dirigente soviético Miajail Gorbachov ha pronunciado el lunes ante la televisión de su país ha causado cierto revuelo en las capitales occidentales, a pesar de la época estival de escasa actividad política. No tanto por los argumentos básicos sobre las consecuencias catastróficas de una guerra nuclear. En el plano de las ideas generales, la cumbre de Ginebra del año pasado -y fue su principal mérito- afirmó tajantemente que una guerra no podría ser ganada por nadie en la actual etapa histórica. Lo que ha llamado la atención en el discurso de Gorbachov es que, al anunciar la decisión de la URSS de prolongar hasta el 1 de enero de 1987 la moratoria unilateral de pruebas nucleares que viene aplicando desde agosto del año pasado, se haya mostrado confiado en una respuesta positiva de parte norteamericana. Es dificil saber si eso refleja avances en las conversaciones secretas, o una audacia de cara a la opinión.El mantenimiento de la moratoria durante un año y medio (contando la prórroga que acaba de ser anunciada), sobre todo cuando EE UU ha realizado ya 18 explosiones experimentales en ese período, no puede ser considerado un dato falto de significación; y parece lógica la pregunta: ¿cuál es la compensación que obtiene la URSS con esta decisión? La actitud europea -con la excepción del Gobierno británico- es básicamente favorable a la decisión tomada por el dirigente soviético. El Gobierno de la RFA ha expresado su apoyo, discrepando con Washington, a la posición definida por Gorbachov. Otros Gobiernos de la OTAN han hecho lo mismo, como el noruego, el griego y el danés. Y cabe lamentar el silencio oficial español en una cuestión tan importante, y en la que, obviamente, la opinión pública apoya una suspensión de las pruebas nucleares. Incluso en los propios EE UU, como lo demostró el reciente voto del Congreso, aumenta cada vez más la presión sobre el Gobierno reclamando un acuerdo con los soviéticos para aplicar una suspensión bilateral.

¿Se está produciendo cierta evolución en la actitud del presidente Reagan en esta cuestión? Sería muy aventurado afirmarlo; lo que sí cabe decir es que han salido a la superficie indicios de discrepancias significativas. La primera reacción al discurso de Gorbachov, formulada en Washington por el portavoz Charles Redman, fue que "una moratoria de pruebas nucleares no corresponde a los intereses de seguridad de EE UU ni a los de sus amigos y aliados". Unas horas más tarde, en Santa Bárbara, donde Reagan está pasando unas vacaciones, su colaborador más directo, Donald Regan, ha dicho palabras sensiblemente distintas: Reagan y Gorbachov "pueden progresar hacia un tratado de prohibición de las pruebas nucleares si se pueden asegurar el uno al otro de que ningún lado va a hacer trampa". En vez de un rechazo de principio, se centra el problema en la exigencia de una verificación que ofrezca plenas garantías a ambos lados.

Sorprenden, y no es la primera vez, estas diferencias en la definición de posiciones de suma importancia por parte de la Administración Reagan. Todo indica que el presidente no ha sido capaz de tomar una decisión entre las diversas estrategias, una contraria a cualquier acuerdo con Moscú, otra interesada en una negociación seria, que propugnan diferentes grupos de presión o departamentos ministeriales. Ello crea una sensación de fluctuaciones en la dirección de EE UU ante problemas políticos decisivos, sumamente preocupante para todos. En todo caso, si Reagan decidiese centrar el debate en el punto de la verificación, las posibilidades de acuerdo sobre tina moratoria serían mayores. Ello no significa, en modo alguno, que no subsistan grandes dificultades; también podrían eternizarse las discusiones sobre ese punto. Pero es un terreno en el cual se han dado ciertos pasos: la URSS ha aceptado, superando actitudes anteriores, el principio de verificación sobre el terreno; hay ofertas de países neutrales de participar en los sistemas de comprobación para garantizar la máxima objetividad. Conviene recordar que, al lado de estas declaraciones públicas, prosiguen las negociaciones secretas entre los expertos; después de la ronda de Moscú, volverán a reunirse en Washington a finales de mes. Su desarrollo será sin duda decisivo para la convocatoria de la cumbre Reagan-Gorbachov, que se espera que se celebre este año. Pero en el tono de los últimos pronunciamientos públicos parece traslucirse por ambos lados el deseo de que la cumbre haya lugar.

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