'Pik' Botha duda de la determinación de sus vecinos para aplicar las represalias
El ministro de Asuntos Exteriores surafricano, Roelof Pik Botha, reaccionó ayer con gran dureza ante las sanciones adoptadas contra su país por la Commonwealth, y puso en duda la determinación de los estados negros vecinos para aplicar los acuerdos y cerrar las fronteras económicas de Suráfrica. El Gobierno, dijo, espera que el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, y el de Zimbabue, Robert Mugabe, "coloquen su dinero a la altura de sus bocas" e impongan las sanciones. "Queremos que las apliquen plenamente", añadió en tono desafiante.
Pat Corbin, presidente de la Cámara de Comercio de Johanesburgo, manifestó, por su parte, que no cree que las medidas acordadas en Londres arruinen la economía de Suráfrica, aunque sí pueden dar lugar a que el país sancionado "ejercite sus músculos económicos" y adopte, a su vez, medidas de represalia. Si ciertos Estados no quieren comprar artículos surafricanos, añadió Corbin, "el Gobierno podría mostrarse reticente a que las mercancías de esas naciones salgan a través de nuestros puertos".
Pik Botha advirtió que las sanciones tendrán "efectos catastróficos para millones de personas en Suráfrica y otros países". Pretoria no recibirá las medidas "pasivamente", dijo, y aseguró: "Pero incluso si llega el caso de que no podamos [escapar a sus efectos], estamos dispuestos a aceptar una disminución de nuestro nivel de vida y a hacer sacrificios por defender las cosas en que creemos".
En Johanesburgo, Ntato Motlana, presidente de la Asociación Cívica de Soweto, uno de los líderes negros más respetados, afirmó que el Gobierno parecía tener "deseos suicidas" al recibir los acuerdos de Londres en un tono tan desafiante. La agresividad de Botha, que calificó las medidas de "venganza" y "estampido histérico", fue mucho más acusada que la de las demás personalidades del mundo empresarial y de la política.
Colin Eglin, líder del Partido Federal Progresista, que representa a la oposición parlamentaria blanca, advirtió que el objetivo principal no debe ser superar las sanciones, sino construir una nueva Suráfrica sin apartheid. "Con sanciones o sin ellas, los surafricanos debemos empeñarnos en la tarea urgente de desmantelar completamente el apartheid y de establecer las bases para vivir juntos en una Suráfrica sin discriminaciones", dijo. "Es posible que la imposición de las sanciones haga esta tarea mas difícil", añadió, "pero ciertamente no la hace menos urgente".
El Consejo Frutero y el Grupo Nacional de Exportadores de Vinos predijeron pequeños cambios en el futuro de las exportaciones. Louis Kriel, jefe de la Oficina de Exportación de Frutas en Ciudad el Cabo, acusó a Australia de comportarse cínicamente al apoyar las sanciones, ya que ese país es el principal competidor de Suráfrica en los mercados fruteros internacionales. Sus previsiones son que la oficina que preside perderá entre un 2% y un 2,5% de su volumen anual de negocios. Esas pérdidas representan unos 600 millones de rands (más de 27.000 millones de pesetas).
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