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España, entre la ira y el miedo

LE POINT( ... ) El reforzamiento de la cooperación francesa, confirmado el lunes pasado por Chirac, ha sido acogido muy favorablemente por la clase política española. ( ... ) No obstante, ETA sigue actuando, y sobre todo en Madrid. De repente, un buen número de españoles cuestiona la eficacia de la policía. El mismo Felipe González ha reconocido los fallos del dispositivo policiaco en Madrid y ha anunciado que se les pondrá remedio. España es un manojo de nervios, y las declaraciones rimbombantes del Gobierno están destinadas sobre todo a tranquilizar a la opinión pública, que está traumatizada.En el País Vasco, en cambio, los partidos nacionalistas se distancian de esta política. Aunque condenan la violencia de ETA (todos menos la coalición radical Herri Batasuna), no ignoran las raíces de la violencia; el problema vasco, según ellos, es político y necesita respuestas políticas. Así, tanto el, PNV democristiano (que ejerce el poder en el País Vasco) como Herri Batasuna y el partido nacionalista de izquierda Euskadiko Ezkerra consideran que las medidas francesas de expulsión obstaculizan los esfuerzos por la paz. Según Xabier Gurrutxaga, dirigente de Euskadiko Ezkerra, las expulsiones eran previsibles después del ingreso de España en la CEE.

A pesar de estas nuevas dificultades, en el seno de la sociedad vasca perdura la voluntad de conservar las oportunidades de diálogo. Jesús Insausti, miembro de la comisión ejecutiva del PNV, recuerda que en mayo y junio se habían Celebrado dos reuniones con Herri Batasuna para preparar el camino a futuras negociaciones". Negociar, sí, pero ¿qué y cómo?

Aquí comienzan las divergencias. ETA quiere negociar con el Ejército, que en su opinión detenta el poder real junto con la oligarquia española. Euskadiko Ezkerra quiere una salida negociada, pero entre todos los partidos políticos, pues argumentan que ETA no puede erigirse en el único representante de los vascos. Además, subraya Xabier Gurrutxaga, el Ejército no representa al pueblo, no tiene ninguna función política y está subordinado al poder civil.

El Gobierno autónomo vasco guarda una prudente reserva sobre los últimos acontecimientos: condena la violencia y desea una aceleración de las transferencias de competencias, pero sobre todo desea evitar la ruptura del frágil equilibrio en Euskadi (especialmente del pacto de legislatura firmado en 1984 con los socialistas vascos). Mientras tanto, la tensión aumenta en las calles: marchas de apoyo a los refugiados, manifestaciones contra las expulsiones, incendio de coches con matrícula francesa. ( ... )

1 de agosto

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