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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ceremonia sin salida

1996: el mundo del fin del tiempo1996: el mundo del fin del tiempo sugiere una estética actual: la del videoclip. Hace tiempo que algunas puntas del teatro de escenario buscan indirectamente el reflejo de la contemporaneidad a través de otras formas, de otras artes, de otras técnicas: en lugar de enriquecerse, se empobrecen. Parece que la concurrencia con otras fuerzas ascendentes debía entablarla con las suyas propias. El videoclip ha encontrado y está desarrollando velozmente una densidad de sugerencias, una narrativa velocísima, una valoración de los segundos, una comprensión de las imágenes, y no parece que el teatro de escenario pueda dejarse seducir por ese imposible.Este espectáculo de la Compañía Movimiento tiene como base una excelente banda sonora de Clónicos en la que una variedad de sugerencias musicales -la técnica repetitiva, el jazz, un cierto exotismo, una buena utilización de instrumentos electrónicos, una investigación de sonidos- mantiene la tensión dramática. Sobre ella se desarrolla un espectáculo, visual, sin palabras, en el que unos elementos vivos, o actores, manejan otros inertes: una estética geométrica, picuda, en metacrilato; una cuerda, una carra que avanza y retrocede, unas armas rudimentarias, una puerta corredera: líneas y colores recuerdan más bien la moda de la Europa de entre dos guerras, el modernismo. No le falta belleza. Los movimientos de los actores están en esa línea fronteriza que separa el teatro de la danza: quizá si la traspasaran, quizá si fueran bailarines de más rigor y más escuela, podrían consumar algo bien hecho.

Compañía Movimiento

Intérpretes: Andrés Hernández, Marian Jürgenfen, M. Mar Navarro, Vicente Regás, Margarita Sánchez, Violeta Sánchez, Carlos Segovia, José Luis Ferrer, Eloy Martín. Música de Clónicos. Vestuario: Acerico. Espacio: Diederik y Perspekt. Dramaturgia: Guillermo Heras. Dirección: Carlos Marqueríe. Coproducción del Ayuntamiento de Madrid, Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y Festival de Granada.Estreno: Almudena (Los Veranos de la Villa), 30 de julio.

Supresión de la palabra

Como narradores -en la medida en que lo son los actores- dan sensación de pobreza: quizá por la falta de originalidad y de imaginación en los movimientos colectivos e individuales. Y porque la narración no termina de aparecer. La supresión de la palabra no está suficientemente sustituida por el movimiento, por mímica o por la alusión. Si se tratara de un teatro abstracto seguiría siendo pobre, pero justificable.Pretende, sin embargo, ser narrativo y hasta filosófico, y, como en todos estos casos, hay que acudir al programa para iluminarse; en él se dice que de lo que se trata en el escenario es de construir y destruir un monumento-refugio ante un cataclismo que se espera para 1996, y que hay, una reflexión sobre la cultura occidental: "La historia del arte y la historia del armamento". Nada de esto se desprende de lo que se ve en escena. La hora gastada en ello no rinde: siendo corta en el tiempo, es demasiado larga en la paciencia. Sobre todo porque se sugiere un medio abreviado de expresión y lo que se obtiene es una repetición de sucesos.

El espectáculo tiene una buena terminación, lo cual no es habitual: el sonido, las luces, el encaje de los elementos escénicos, funcionan el este caso con pulcritud.

La mayoría del público asistente no gustó de él. En algunos momentos de la representación se escuchó el ruido del suelo golpeado por la impaciencia, que arreció, con algunos silbidos, al final del espectáculo; aunque también hubo bastantes aplausos. Los actores no tuvieron la compañía de los responsables del espectáculo y la ceremonia de los saludos fue rápida.

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