_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Desnudos

Manuel Vicent

La última vez que visité la Capilla Sixtina tuve una visión aterradora. Contemplaba aquel cúmulo de cuerpos desnudos que cubre las paredes, aquellas oleadas de carne humana que se desprende del techo y de pronto creí que me hallaba en la piscina del Parque Sindical de Madrid un domingo de julio. Otras veces me ha sucedido lo contrario. Estando en pleno verano bajo el terror del sol en una piscina pública o en una playa de moda he tenido la sensación plástica de lo que podría ser el Juicio Final: una alucinada carnicería de mortales resucitados, todos dándose crema hidratante en el Valle de Josafat a la espera del gran veredicto. Pero sin duda mi imaginación es demasiado cristiana: hoy nadie espera un castigo de Dios que vaya más allá de la musculatura y por otra parte Miguel Ángel se ha convertido de nuevo en un artista moderno porque pintó la piel de los seres y no se preocupó de su alma.En la Capilla Sixtina está la historia de la humanidad imaginada por Miguel Ángel de una forma gimnástica. Desde la creación de Adán hasta la escena abigarrada del Juicio Final en aquellos frescos sólo se ven posturas, ejercicios de carne, expresiones atléticas, una interpretación muscular de la existencia. Parece que allí todo el mundo ha hecho pesas, empezando por el Padre Eterno. Nadie hay en esos paneles que no dé la talla: cualquiera de los personajes podría anunciar un aceite bronceador o posar junto al coche del año. En la playa de Benidorm o en la piscina del Parque Sindical de Madrid no existen cuerpos tan gloriosos, aunque la. teología es idéntica. Sobre la arena o en los solarios se extiende una trama de pantorrillas, glúteos, bíceps, torsos, caderas embadurnadas con pasta de zanahoria. Tanta apariencia te revienta los ojos. Me lo decía una de esas vírgenes que practican la halterofilia: se lleva lo exterior, la piel o el paño. Lo mismo en Nueva York que en una piscina pública el alma ha pasado de moda. Todo vuelve a ser como en la Capilla Sixtina donde a todos los santos y profetas se les ve en buena forma. Los condenados sólo son aquellos que no han hecho gimnasia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_