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Reportaje:

El 'crack' del 86

La nueva forma de presentación de la cocaína, más barata, amenaza a Estados Unidos

Estados Unidos se enfrenta a una epidemia de cocaína, barata y vendida en una forma nueva, crack (chinas), y más mortífera, que está provocando una fuerte reacción social y ha forzado a Ronald Reagan a declarar la guerra al narcotráfico, utilizando por primera vez al Ejército fuera de las fronteras del país. La batalla se ha desatado declarando a la droga -un negocio de más de 100.000 millones de dólares anuales en EE UU, el mayor mercado consumidor del mundo- como una "amenaza a la seguridad nacional", superior al terrorismo El presidente está pensando lanzar, personalmente, en las próximas semanas, una campaña nacional contra la droga en la que solicitará la cooperación de la empresa privada.

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Las principales corporaciones del país han anunciado la práctica de polémicas pruebas de droga a sus empleados (en la cadena de televisión ABC esta pretensión provocó un escándalo, y Bob Wodward, uno de los periodistas que descubrieron el Watergate, reveló que en su periódico, The Washington Post, 40 empleados son cocainómanos). En algunos casos, la Administración ya realiza estas pruebas con sus funcionarios. Se pide la extensión de estos análisis a las ligas profesionales de los dos grandes deportes nacionales, el béisbol y el fútbol americano. Un espabilado comerciante de Dallas ha puesto a la venta un test casero, por 25 dólares, que, con una muestra de orina, dirá a los padres si su hijo se droga. Espera vender cientos de miles.En ciertos barrios de Nueva York donde proliferan las casas donde los adictos acuden a aspirar crack en compañía, como a los fumaderos de opio, grupos de vecinos organizan piquetes ante los mismos y protestas callejeras que han logrado el cierre de alguno de estos antros.

El fiscal de Nueva York, Rudolp Giuliani, famoso por sus acciones contra la Mafia, y el senador Alfonse d'Amato, compraron la semana pasada, de incógnito, crack en las calles de la ciudad de los rascacielos, y el reportaje salió en las televisiones. Muñecos animados conciencian, en la televisión de Detroit, a niños de tres años contra el uso de cocaína, "ese gracioso polvo blanco que pueden usar tus padres". Se están redoblando los esfuerzos para advertir a la juventud norteamericana (hay 600.000 menores entre 13 y 17 años adictos a la cocaína) del peligro de la droga, a través de apariciones en televisión de sus héroes deportivos preferidos.

El presidente defiende su decisión de enviar 160 militares y seis helicópteros a Bolivia para ayudar al Gobierno de aquel país andino a destruir los laboratorios clandestinos donde se procesa la mitad de la cocaína que llega a este país porque las fabulosas cantidades de dinero que mueve el narcotráfico pueden corromper a las instituciones política y judiciales de EE UU, y ya no sólo a los débiles Gobiernos de los países aliados del Tercer Mundo. Pero el problema no sólo es externo. Oficialmente se calcula que este año, sólo por la frontera con México, llegarán a este país 130 toneladas de cocaína pura. Sólo la existencia de un mercado nacional de 21 millones de estadounidenses que alguna vez han probado el polvo blanco y de cuatro millones de adictos puede explicar el porqué de este tráfico Hay también un millón de heroinómanos y 60 millones de personas han probado alguna vez la marihuana (30 millones la fuman regularmente). Según cifras oficiales, su producción es una de las seis cosechas más importantes de EE UU.

Respuesta ciudadana

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La fuerte respuesta ciudadana a esta epidemia se debe, fundamentalmente, a la muerte de dos famosos deportistas hace unas semanas.Primero fue Len Bias, la estrella del equipo de baloncesto de la universidad de Maryland, que falleció después de fumar cocaína, en su mortífera forma crack, en una fiesta en la que celebraba su fichaje en el mejor equipo profesional del país, los Boston Celtics. Bias era un buen muchacho, no un adicto, pero una sola dosis de las baratas chinas (son como piedrecitas arrugadas) bastó para paralizar la actividad eléctrica de su cerebro y fulminar su atlético cuerpo. Días después caía víctima también de la cocaína Don Rogers, un jugador del equipo de fútbol Cleveland Browns. Desde su muerte se ha doblado la asistencia a los programas antidroga en una ciudad tópica para este problema como Míami, y las líneas telefónicas para solucionar los problemas derivados del consumo de cocaína están saturadas.

Un 35% de las llamadas se refieren a la droga en su nueva forma de crack (en Los Ángeles le llaman rock, que está ya a la venta en 25 grandes ciudades norteamericanas y es consumida por más de un millón de ciudadanos. Se trata de un producto obtenido por una purificación, al fuego, de la cocaína en polvo, muy simple de fabricar y que se vende sólo por 10 dólares en pequeños viales de plástico. Fumada en unas pipas especiales de cristal, basta para producir un estado de euforia en 10 segundos.

Su efecto se disipa inmediatamente, lo que obliga a repetir por poco dinero, y crea una tremenda adicción. La aparición de estas chinas (en las calles de Nueva York comenzaron a venderse este invierno) ha colocado a la cocaína -hasta ahora el champaña de las drogas, que comenzó inhalándose con canutos de billetes de 100 dólares en las fiestas de la alta sociedad para pasar a ser el estímulo preferido de las clases medias profesionales- al alcance de los pobres. Su tráfico está destrozando aún más los guetos de las grandes urbes, ha provocado la aparición de nuevas mafias y su efecto, según los expertos, peude ser tan devastador como lo fue la heroína en los años sesenta.

Dramático aumento

Un reciente informe del National Institute on Drug Abuse habla de un "dramático aumento" de las muertes producidas por la cocaína (en lo que va de año, 600 en solo 25 ciudades norteamericanas). Según la Agencia Federal de Represión de la Droga, la cantidad de cocaína usada en este país ha aumentado de un 10% a un 20% anualmente en los últimos cuatro años.La policía admite que está perdiendo esta guerra, que los traficantes han convertido en una auténtica guerrilla, por su estructura de células, difícil de perseguir.

El doctor Frank Gawin, especialista en toxicomanías, de la universidad de Yale, es pesimista sobre una posible solución al problema. "La mejor manera de reducir la demanda", afirma, "sería que Dios rediseñara el cerebro humano para cambiar la forma en la que la molécula de cocaína reacciona con ciertas neuronas. Produce placer. Es un accidente muy desgraciado, pero no sé cómo puede solucionarse".

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