La comisión para la unión entre anglicanos y católicos trata de minimizar la advertencia del Papa sobre la ordenación de mujeres
Los copresidentes de la comisión conjunta establecida para estudiar la unión entre católicos y anglicanos, el obispo Cormac Murphy O'Connor, por los católicos, y el reverendo Mark Santer, obispo anglicano de Kensington, han tratado de quitar importancia a la publicación de las cartas en las que Juan Pablo II advertía al arzobispo de Canterbury sobre los problemas que para la reunificación supondría la ordenación sacerdotal de mujeres y han señalado que hubiera sido "inoportuno" que estas opiniones del Papa se hubieran conocido después de la celebración del sínodo de la Iglesia anglicana.
El intercambio de cartas entre los dos líderes religiosos, así como una carta de Runcie al presidente del Secretariado Vaticano para la Unidad Cristiana, cardenal Johannes Willebrands, y su correspondiente contestación han sido publicados; días antes de la reunión del sínodo de la Iglesia de Inglaterra en York este fin de semana. La serie de cartas se inicia en diciembre de 1984, con una larga misa del papa Juan Pablo II al arzobispo de Canterbury, en la que le muestra su preocupación por las dificultades que pueden plantear en el futuro la admisión por parte de la Iglesia de Inglaterra de la ordenación de mujeres al presbiteriano, un asunto que ha dividido profundamente a los anglicanos.El Papa actual se refiere a la profunda tristeza que le produjo a su antecesor, Pablo VI, la introducción de lo que el anterior pontífice calificaba de "elemento de grave dificultad", e incluso de "amenaza" para el diálogo entre las dos Iglesias. "Desde entonces", escribe Juan Pablo II, "hemos celebrado juntos el progreso conseguido en el camino de la reconciliación de nuestras dos comuniones". "Pero en esos mis mos años el aumento en el número de iglesias anglicanas que admiten o están a punto de admitir mujeres a la ordenación sacerdotal representa a los ojos de la Iglesia católica, un obstáculo cada vez más serio para ese progreso", añade el Papa.
En su contestación, fechada un año después, el 11 de diciembre de 1985, el arzobispo Runcie reconoce que "la admisión de mujeres al ministerio sacerdotal constituye un tema de división no sólo entre nuestras iglesias sino dentro de ella". La afirmación del doctor Runcie es tan real, que un número de prelados conservadores de la Iglesia de Inglaterra han amenazado con protagonizar un nuevo cisma si se llega a aprobar la ordenación sacerdotal de las mujeres. El prelado anglicano propone al Papa un estudio conjunto sobre las consecuencias que para la reconciliación de las dos comuniones tendría esa ordenación. El intercambio de cartas entre el arzobispo de Canterbury y el cardenal Willebrands -la de este último lleva fecha del pasado 17 de junio- tiene un contenido puramente teológico. Runcie recuerda a Willebrands "la creciente convicción en el lado anglicano de que no existe ni en las escrituras ni en la tradición nada fundamental que se oponga a la ordenación de las mujeres", pero añade que no está convencido de la conveniencia de que la Iglesia apruebe "la ordenación de mujeres al presbiteriado sin que haya un consenso mayor entre nuestras Iglesias".
El principal problema que tiene que afrontar la Iglesia de Inglaterra en torno a este tema es que otras provincias anglicanas han aceptado la ordenación y en la actualidad existen unas 800 mujeres sacerdotisas de esa fe, varias de ellas a cargo de parroquias.
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