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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vivir el cante

En el pueblo cordobés de Palma del Río hay una peña flamenca de solera, La Soleá, que cada año por estas fechas, para dar por termina do el que pudiéramos llamar curso flamenco, celebra un festival en homenaje a la mujer. Festival que sabe mantener casi en el mismo ambiente de intimidad de la reunión peñista, lo que tiene un indudable encanto. Si además se da buen cante, buen toque y buen baile, la velada puede ser muy grata.

Lo fue ésta a la que asistimos el pasado viernes. Hubo unos cantaores de los que si quisiera de algún modo unir en la valoración diría que viven el cante. Atención a Joaquín Garrido, un aficionado cordobés con una hermosa voz para lo jondo; lleva el cante en el corazón, pero también, en la cabeza, lo que da como resultado interpretaciones profundas, transidas de arriba abajo de esa emoción sin la cual este arte se convierte en otra cosa.

Homenaje a la mujer

Cante: Joaquín Garrido, Gabriel Moreno, Chano Lobato. Toque: Manuel de Palma. Baile: Isabel Bayón, con Antonio Saavedra al cante y Paco Arriaga al toque. Presentación: Rafael Salinas. Palma del Río (Córdoba), 27 de junio.

Gabriel Moreno demostró una vez más su sabiduría y su conocimiento. Su voz dulcísima parece idónea para ciertos géneros en que brilla una especial forma de matizar, de jugar con las tonalidades a la búsqueda de sonidos verdaderamente inusuales. En las tarantas, por ejemplo, o en la larga serie de soleares. Pero no se confunda cante dulce con lo empalagoso, con el gaiterismo; el cante de Moreno hiere tanto como el del grito desgarrado. Y de Chano Lobato qué vamos a decir. Es el cantaor de la jondura integral, absoluta. Metió por bulerías unas letras de tangos argentinos, y hasta eso sonaba flamenco al ciento por ciento.

Hubo otro cantaor, Antonio Saavedra, para acompañar el baile de la Bayón. Excelente cantaor, que merecería un plano de más relieve que el propio del baile. Hizo un gran cante por romeras, marcando el compás de maravilla. A su cante Isabel Bayón respondió con su forma de bailar un tanto mecánica, fría, de bailaora que se lo tiene todo aprendido, pero que no transmite emoción.

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