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El proceso de Contadora amenaza ruina

La iniciativa de los Gobiernos de El Salvador, Honduras y Costa Rica, a la que todavía no se ha sumado Guatemala, de rechazar la última propuesta de paz para Centroamérica y elaborar una especie de documento alternativo que se presentaría para su firma al régimen de Nicaragua, sería, de prosperar, el fin del trabajo de mediación del Grupo de Contadora (formado por México, Colombia, Venezuela y Panamá). En la capital mexicana se observa con preocupación esta iniciativa de tres países centroamericanos, que parecen dispuestos a ceder a las presiones de Estados Unidos y no aceptar por más tiempo la tutela ejercida durante los últimos años por el Grupo de Contadora.

La situación se asemeja a la de septiembre de 1984, cuando Nicaragua se declaró dispuesta a firmar el Acta de Paz de Contadora, y Honduras, El Salvador y Costa Rica se negaron, tras una reunión en Tegucigalpa que obligó a una nueva modificación del Acta. Ahora la versión definitiva del acta entregada el domingo 8 de junio en Panamá a los cinco cancilleres centroamericanos tampoco satisface al llamado Grupo de Tegucigalpa, al que todavía no se sabe si se sumará Guatemala.El primero en tocar a rebato contra la nueva versión del Acta de Contadora fue el vicepresidente y ministro de Exteriores de El Salvador, Rodolfo Castillo, que calificó la versión de Panamá de "documento gris, incompleto y un tanto intrascendente".

Castillo habló de celebrar en El Salvador una reunión de los vicecancilleres de los cuatro países centroamericanos, sin Nicaragua, y llegó a afirmar que "la tutela de Contadora ha terminado". Según los planes expuestos por Castillo, se trata de elaborar un documento que los centroamericanos presentarían a Nicaragua con una especie de lo tomas o lo dejas.

La respuesta a estas declaraciones del canciller salvadoreño vino de México en forma velada, con referencia a "fuentes diplomáticas latinoamericanas allegadas al proceso pacificador centroamericano", en las páginas del diario Excelsior. No es difícil adivinar detrás de tal formulación la, opinión de la cancillería mexicana. En la información de Excelsior se cita a esas fuentes, que rechazan la posibilidad de "una paz por entregas", se dice que el documento presentado en Panamá "ya no está sujeto a negociación" y se rechaza la posibilidad de un arreglo parcial entre los cuatro países y de excluir a Nicaragua.

Aunque después vinieron desmentidos a los planes de una reunión de los cuatro en El Salvador, no cabe duda de que está en marcha una operación para acabar con el trabajo de Contadora. El Gobierno de Honduras rechazó también el documento de Panamá por considerar que no establece obligaciones razonables para garantizar la seguridad en el área. El canciller hondureño, Carlos López Contreras, considera que el documento de Panamá "no está balanceado".

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La mano de Washington

Mientras tanto, Costa Rica insiste continuamente en incluir la concepción de "democracia pluralista" en los documentos que tenga que firmar Nicaragua y exige que se establezca un "programa y un mecanismo de verificación y control del cumplimiento en los países firmantes del Acta de los principios democráticos pluralistas".Detrás de este frente de rechazo a la nueva versión del Acta de Contadora no resulta difícil adivinar la mano de Washington. Si se analiza detenidamente la evolución seguida por los tres nuevos Gobiernos de Centroamérica se advierte un rápido cambio de posturas entre los días anteriores a la llegada al poder y los primeros de ejercerlo. De las declaraciones del costarricense óscar Arias (socialdemócrata) contra la ayuda a los antisandinistas de la contra ya no queda nada. El hondureño José Azcona (liberal) decía los días siguientes a su elección que estaba dispuesto a defender la soberanía de su país y a meter en cintura a la contra, mientras que hoy dice que no tiene pretensiones de ser "gendarme" de Nicaragua y guardar las espaldas a los sandinistas. Hasta el guatemalteco Vinicio Cerezo (democristiano) parece haber dado un viraje en la política de . neutralidad activa", y Guatemala presentó propuestas de desarme unidas a las posiciones de Costa Rica y Honduras.

El cambio ha sido demasiado rápido y en tres países al mismo tiempo. Demasiada coincidencia como para no sospechar que detrás de todo ello se encuentra la presión de Estados Unidos, que parece empeñado en demostrar quién manda en la zona y poner fin a los escarceos e intentos del Grupo de Contadora y de su grupo de apoyo, formado por Brasil, Argentina, Perú y Uruguay.

La debilidad actual de México, sumido en una profunda crisis económica que le hace depender de la voluntad de los bancos y del Fondo Monetario Internacional, es un golpe fuerte para el Grupo de Contadora.

México ha sido el paladín de los esfuerzos del grupo. Aunque su presidente, Miguel de la Madrid, afirme que no se harán concesiones en la política del país y que no se venderá la soberanía por un plato de lentejas, la realidad es que la posición negociadora de México en la escena internacional está debilitada actualmente.

En Colombia se teme que el nuevo presidente, Virgilio Barco, que tomará posesión en agosto, deje de apoyar el trabajo de Contadora. Tampoco se pueden esperar grandes impulsos de Panamá, con unas instituciones en entredicho, o de Venezuela, también sumida en la crisis de la caída de los precios del petróleo.

En esta constelación todo parece conjurarse para dar vía libre a Estados Unidos, que tiene la oportunidad de dejar claro quién manda en su patio trasero y que no está dispuesto a tolerar injerencias de Contadora ni de nadie.

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