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Tribuna:LA CAMPAÑA ELECTORAL
Tribuna
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Movimiento obrero y elecciones

En la historia del movimiento obrero figura como un hecho singular la fundación del Partido Laborista por parte de las trade unions británicas. Efectivamente, en un momento dado de su desarrollo, el" sindicalismo del Reino, Unido tuvo conciencia de la necesidad de poseer un instrumento partidario que se confrontara con la burguesía en las instituciones políticas de Estado.En el resto de los países europeos, el fenómeno fue diferente. Fue el propio desarrollo de la lucha de clases lo que determinó que el inicial asociacionismo obrero evolucionara hacia formas sindicales más acabadas y, sobre todo, tras la aparición de Marx y la extensión del marxismo, también hacia formaciones políticas que cuestionaran el sistema económico-social imperante.

Por otra parte,' desde sus mismos orígenes, el movimiento obrero ha estado cruzado por diversas concepciones e ideologías. Por ejemplo, al analizar el sindicalismo, los historiadores han clasificado éste en tres grandes corrientes: la revolucionaria o anticapitalista, la reformista y la inclinada a la Conciliación entre las clases sociales.

Profundos cambios

Ha corrido mucha agua bajo los puentes. Ni el capitalismo ni la clase obrera de hoy tienen demasiado que ver con los del siglo XIX. Los profundos cambios operados han afectado también a las ideologías y a las prácticas políticas y sindicales.. De todos estos cambios viene a cuento retener uno: los partidos socialistas y socialdemócratas, que eran los más genuinos representantes de los intereses y objetivos del movimiento obrero, han terminado claudicando. Pese a que en sus bases militantes continúan latiendo aspiraciones de la izquierda, sus dirigentes se han entregado al capitalismo y a la economía de mercado, y allí donde han conquistado el poder político, su gobernación se ha caracterizado por la legal gestión de los intereses del gran capital. En estos años de crisis han sido en ocasiones más brutales contra las conquistas históricas de los traba adores que los propios partidos burgueses o de derechas.

Lo dicho hasta aquí busca sentar varias premisas para lo que luego añadiremos:

1. Que la clase obrera, aun transformada profundamente en su composición, ha necesitado y necesita de partidos que representen sus intereses y objetivos transformadores. Porque el sindicalismo y su acción han tenido siempre un techo: el del poder político.

Ese poder, hoy, lo predetermina casi todo. Desde la política de rentas hasta las formas de contratación; desde las políticas económicas hasta los niveles de protección social. Por eso, cuando el instrumento político no existía -de ahí el ejemplo de las trade unions-, lo ha promovido el propio sindicalismo.

2. Que en un mundo atravesado por escandalosas y crecientes desigualdades, miserias y pobreza, situación abiertamente contradictoria con la capacidad de. erradicarlas gracias al desarrollo de la ciencia y de la técnica, los objetivos de emancipación social a través de la transformación revolucionaria del sistema no sólo siguen vivos, sino que aparecen más necesarios que nunca, pese a que las dificultades en el mundo occidental nos parezcan hoy insuperables.

3. Que la claudicación de socialistas y socialdemócratas coloca en el campo de los comunistas la responsabilidad histórica de mantener vivos los ideales y objetivos del movimiento obrero.

Pasando a nuestra experiencia concreta, es sabido que en España la UGT fue creada e impulsada por los socialistas; la CNT, por los anarcosindicalistas, y, más tarde, CC OO fue promovida y sostenida desde sus orígenes por los comunistas.

Pero en España se da actualmente un hecho singular. La4nfluencia comunista es determinante en CC OO, que constituye la primera fuerza sindical del país por capacidad de movilización, por afiliación y por grado de experiencia y militancia de sus miembros.

Sin embargo, la representación de los comunistas en las instituciones políticas es, como todos conocemos, muy reducida, mucho menos que en otros países, como, por ejemplo, Suecia, donde la hegemonía de la socialdemocracia en el sindicalismo es absoluta.

Existe abundancia de datos de mostrativos de la influencia social y política de los comunistas, en clara contradicción con su representación institucional. El motor de la oposición al Gobierno desde la izquierda lo forman fundamentalmente, los comunistas. De ahí sus posibilidades de recuperación. Sólo la absurda oposición de algunos a recomponer su fragmentación actual, manteniendo la división para mejor trabajar en una fantaismagórica "nueva izquierda", sin proyecto político coherente y con mezclas ideológicas increíbles, puede impedir ese ajuste entre la influencia social y representación institucional política de los comunistas.

Que por su misma pluralidad y por una correcta visión del sindicalismo, favorable a la unidad de los trabajadores -ue exige, entro! otras cosas, independencia de todos los partidos-, CC OO no debe, como tal sindicato, meterse a estas alturas en aventuras partidarias, no puede significar desentendimiento y mucho menos indiferencia hacia lo que ocurra en este campo. Porque, por ilustrarlo con un ejemplo, ¿cabe pensar en la viabilidad de que la clase trabajadora española vuelva a elegir abrumadoramente a la socialdemocracia -lugar político donde hoy tendríamos que ubicar al PSOE- como su preferencia política y mantenga indefinidamente su apoyo a un sindicalismo anticapitalista, como en principio debemos. clasificar el de CC OO?

Por una alternativa comunista

Es evidente que si pensamos en términos de clase; si nos asomamos a las realidades políticas organizadas existentes a la ízquierda del PSOE; si miramos hacia dentro del propio, sindicato y recordamos que en el último congreso se presentaron cuatro listas encabezadas por comunistas, que dieron como resultado que el 98%el órgano elegido fueran comunistas de esas cuatro familias; si no escondemos la cabeza debajo del ala ante las tensiones que esta, situación conlleva; si, en suma, medimos el grado de subordinación que sufre nuestra clase y, además de la lucha cotidiana por disminuir los efectos de esa subordinación, seguimos creyendo en la necesidad de contribuir a transformar esta sociedad, la resultante lógica es que esa alternativa política no puede ser otra que la comunista.

La clave de bóveda del qué hacer desde el movimiento obrero no consiste en transmitir antisocialismo. Consiste en convencer a millones de trabajadores de la necesidad de una fuerza comunista, cuyo impropio raquitismo dentro de las instituciones políticas, es una de las causas de la política derechista que el Gobierno practica. El gran problema para los trabajadores no es hoy que gobierne el PSOE. El problema es cómo gobierna. Y contra la opinión de los que creen que todo consiste en quitarle votos como sea, algunos opinamos que tan importante o más que quitarle votos es su canalización. Pues podría resultar que fuera el PSOE quien prestara votos en las elecciones y mañana los recogiera de nuevo con algunos diputados que hicieran una oposición pintoresca o incluso se pasaran a sus filas.

A modo de colofón, quiero insistir que, si bien es verdad que el movimiento obrero y el capitalismo de hoy no son como los de hace un siglo y ni siquiera como hace 20 años, ambos permanecen. Y soy de los convencidos, de que ese movimiento obrero, en permanente adecuación a los cambios que el desarrollo económico y social introducen día a día, tiene más porvenir que el sistema socioeconómico que le dio origen. Pero no está escrito que -como, por ejemplo, en EE UU- no acabe engullido e integrado plenamente en el sistema. Por eso, en esta etapa crucial, resulta demencial apoyar magmas, macedonias o gazpachos políticos que, lógicamente, gozan de la abierta simpatía de la derecha. Por eso, lo prioritario es que se fortalezca una inequívoca- referencia política comunista.

Julián Ariza es secretario de Relaciones Políticas y Unitarias de Comisiones Obreras y candidato por Madrid de Unidad Comunista.

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