Los 'verdes', grandes perdedores
El Partido Verde es el gran derrotado de estas elecciones. Concurría a ellas con el inapreciable regalo electoral de la catástrofe de la central nuclear de Chernobil y se hallaba en perfecta situación para capitalizar políticamente el temor, rayano en la histeria, que la nube radiactiva despertó en toda la RFA. El partido ecopacifista ha perdido una ocasión única y es extremadamente improbable que pueda contar en el futuro con una constelación política más favorable a sus tesis que la habida ante las elecciones para renovar el Parlamento de Hannover.
Algunos observadores habían afirmado que de ganar los verdes más del 10% -lo que muchos sondeos daban como probable hasta hace días- y formar gobierno con los socialdemócratas, la derecha se vería obligada a alejarse de la energía nuclear por miedo a perder las elecciones federales de enero de 1987, lo que supondría el principio del fin de la industria del átomo en la RFA.
Lo que más parece haber perjudicado a los verdes ha sido su reciente congreso celebrado en Hannover, en el que venció la tendencia fundamentalista y radical. Con resoluciones extremas como las peticiones de disolución de Cuerpos de Seguridad, salida inmediata de la OTAN, abolición del sistema penitenciario y muchas otras, dieron a sus adversarios los instrumentos idóneos para vaticinar una catástrofe si los verdes accedían al poder en coalición con la socialdemocracia. El canciller Helmut Kohl predijo el caos, la miseria total y el desempleo masivo.
La incapacidad de los verdes para marcar distancias entre el movimiento antinuclear y grupos de autónomos, que con gran violencia han protagonizado batallas campales con la policía recientemente, ha arrojado una sombra de duda sobre el compromiso de los verdes con las normas generales del Estado de derecho. Políticos por lo demás serios han llegado a decir que los verdes actuaban como ETA, con una rama política y otra de acción armada.
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