"Escapar lo más rápido y lejos posible"

Gisela K., de 24 años, una madre alemana que llegó a Gran Canaria acompañada de su hija Sabine, de tres meses, manifiesta: "Yo no tenía ni tiempo ni ganas de meterme en una agencia de viajes para buscar catálogos. Para mí lo más importante era conseguir billetes, escapar de Alemania lo más rápidamente posible y lo más lejos que pudiera. Unos amigos me dijeron que en Canarias estaría segura. Para mí era cuestión de vida o muerte".Por su parte, Petra B., de 28 años, dice: "El canario es un pueblo muy sensible con los niños. En Canarias no he tenido problemas con ellos porque se divierten en la playa y encima hacen amistades muy pronto con niños canarios. Yo pago por mi estancia de cuatro semanas con los tres niños unos 6.000 marcos y no tenía nada ahorrado ni tenía previsto hacer ningún viaje. Somos turistas forzosos".

Comer ensalada y frutas

Una pareja de arquitectos de Múnich afirma: "Nosotros siempre hemos soñado con tener tres hijos, pero ahora tenemos muy claro no tener más hijos. Hemos vendido nuestras oficinas y los muebles. Por lo menos aquí podemos comer sin pensar en la radiactividad. Me parece como si estuviera en un paraíso comer ensaladas, frutas y verduras sin problemas".

Heide D., de 32 años, explica: "La primera semana después del accidente nuclear no sabíamos qué pasaba. El ministro del Interior decía que no ocurría nada porque estábamos alejados más de 2.000 kilómetros de Chernobil. Pero cuando llamé al médico porque mi hijo Markus tenía gripe me asusté, ya que el doctor tenía grabado en el contestador automático que estaría un tiempo fuera del país. Esto fue por la mañana. Pues bien, por la noche ya estaba en Canarias con mis tres hijos. Mi marido tuvo que quedarse porque es profesor en un colegio y no podía coger vacaciones ahora".