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México amenaza convertirse en el principal problema exterior de Washington

Francisco G. Basterra

La idea de que México está a punto de convertirse en el problema número uno de la política exterior norteamericana comienza a cobrar fuerza en Estados Unidos. En las últimas semanas, la Administración de Ronald Reagan, abandonando su política tradicional, ha expresado de una forma pública su frustración por la situación política y económica de su vecino del Sur, calificando abiertamente de corrupto al sistema político nacido de la revolución, que sería incapaz de detener el hundimiento del país, y poniendo en duda la capacidad para gobernar del presidente Miguel de la Madrid.

La crisis financiera que atraviesa México, ahogado por la caída del precio del petróleo y por el peso de la deuda, hace muy difícil una respuesta a la presión ejercida por el coloso del Norte y refuerza aún más su dependencia de EE UU, de quien puede depender su salvación económica.La CIA, en un informe hecho público recientemente, advierte que si las actuales tendencias económicas y políticas continúan su curso, el resultado será una inestabilidad política y una violencia que pueden originar "un caos" en su frontera sur. Otro estudio preparado por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado insiste en la prioridad de México como problema de política exterior para Washington. "Hay que reconocer que existen problemas y que no sirve para nada tratar de ocultarlos", admiten los portavoces del Departamento de Estado. Sin embargo, no parece existir una respuesta política de la Administración para enfrentarse con esta emergencia a las puertas de su propia casa.

Deuda y Contadora

La crisis de la deuda externa de México (100.000 millones de dólares en números redondos), cuyo impago puede desarbolar las cuentas de resultados de los principales bancos norteamericanos y sentar un peligroso precedente para otros grandes deudores del hemisferio, como Brasil o Argentina, hizo esta semana que se encendieran todas las señales de alarma en Washington. Sólo el reconocimiento de que se trata en definitiva de un problema político, y no sólo financiero, ha atenuado la campaña de críticas contra México y ha forzado a la Administración de Ronald Reagan a intentar un rescate de México, forzando un acuerdo entre ese país y el Fondo Monetario Internacional.Al problema de la deuda se añade, en la lista de agravios de Washington respecto a su vecino del sur del río Grande, el apoyo de México, uno de los países que integran el Grupo de Contadora, a los sandinistas en Nicaragua; las frecuentes tomas de posición, tercermundistas de México y en contra de los intereses norteamericanos en las Naciones Unidas; las acusaciones de exportación masiva de droga hacia este país, con la complicidad de las autoridades policiales e incluso políticas mexicanas, y la inundación de los estados del sur y oeste de EE UU con inmigrantes ilegales (espaldas mojadas) mexicanos. Por primera vez en medio siglo -y ésta es la diferencia importante- desde que el presidente Calvin Coolidge denunció a México en 1927 por extender el bolchevismo en Centroamérica, Washington ha decidido ventilar públicamente sus denuncias hacia ese país.

Para ello ha sido utilizado el Congreso. Todo comenzó el pasado 13 de mayo, cuando el ultraconservador senador Jesse Helms convocó una audiencia pública en un subcomité del Senado para denunciar la exportación ilegal de drogas de México a EE UU. Esta audiencia, como suele hacerse a veces, pudo haber sido a puerta cerrada, pero la Administración no sólo no puso pegas para que fuera pública, sino que envió a, cualificados representantes a testimoniar contra diferentes aspectos de la política mexicana. Las audiencias se reanudaron esta semana y México, de alguna manera, está siendo sometido a un examen que considera humillante.

En el curso de estas sesiones, el jefe de las aduanas norteamericanas hablé de la corrupción masiva del sistema mexicano y acusó al gobernador del Estado de Sonora de cultivar varias fincas con marihuana y opio.

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Se llegó incluso a acusar a familiares del presidente De la Madrid de estar implicados en el narcotráfico. Según datos ofrecidos por Washington, México es hoy la fuente del 32%. y del 38%, respectivamente, de la marihuana y la heroína vendida en EE UU, así como el punto de paso de una tercera parte de la cocaína que llega aquí desde Suramérica. No se habla, sin embargo, de que esto es así porque éste es el principal mercado consumidor de droga del mundo. "Hasta que me demuestren que un individuo en el Gobierno mexicano no es corrupto presumiré que lo es", declaró William von Raab, jefe del servicio estadounidense de aduanas.

Cambio de orientación

El secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, de quien dependen las relaciones con México, dijo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantiene en el poder por medio de un "continuo fraude electoral". Si México no controla sus actuales problemas, en unos años puede ser demasiado tarde, añadió.El objetivo a largo plazo de esta política de denuncias, según el Miami Herald, que cita a los inspiradores de esta línea de actuación, no es ni más ni menos que "cambiar la forma en la que México ha sido gobernado desde hace medio siglo", lo que permitiría una mejora de las relaciones entre los dos países.

Oficialmente, medios gubernamentales niegan que EE UU quiera debilitar al PRI y favorecer al derechista y nacionalista Partido de Acción Nacional (PAN). Sin embargo, algunos observadores estiman que Washington vería con agrado el triunfo el mes próximo del candidato del PAN en las elecciones para el gobierno del Estado fronterizo de Sonora.

A pesar de esta serie de coincidencias en la denuncia de México en las últimas semanas, existen divisiones en el seno de la Administración sobre la gravedad del problema y sobre la mejor manera de enfrentarlo.

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