Un acuerdo con riesgos, pero más que necesario
La venta de Seat al grupo alemán. Volkswagen-Audi tiene, indudablemente, sus aspectos atractivos para los intereses españoles, pero la urgente necesidad de llevarla a cabo no la ha librado de evidentes riesgos.Entre éstos, el más llamativo no puede calificarse estrictamente de un riesgo sino que supone más, la aceptación de una evidencia de carácter estratégico. Con el acuerdo, España renuncia formalmente a un viejo sueño -impulsado por el franquismo, pero no necesariamente monopolio ideológico suyo- de disponer de una industria y tecnología automotriz propia. Ayer por la tarde, un mes y 36 años después de su fundación, Seat se convirtió en una filial de una compañía extranjera.
[Esto hubiera podido suceder mucho antes, en 1979, si el entonces presidente de Seat, Juan Miguel Antoñanzas, hubiera aceptado las condiciones marcadas para ello por el socio extranjero de aquellas fechas, la Fiat. Giovanni Agnelli, su presidente, se ha lamentado la misma semana pasada de que los responsables españoles de entonces no aceptaran sus condiciones para sanear la empresa, algo que, a su juicio, han tenido que hacer ahora con creces para entregársela a Volkswagen.]
Cláusulas resolutorias
Pero el mayor riesgo tangible que ofrece el contrato se cifra en sus poco conocidas cláusulas resolutorias, anticipadas por este periódico el 29 de mayo. Según éstas, Volkswagen puede revertir al INI la propiedad de las acciones ayer adquiridas, y al mismo precio de compra, si se producen cuatro circunstancias específicas. Éstas son:- Si la Comisión Europea, tras aceptar una hipotética reclamación contra el acuerdo por parte de algún competidor europeo de VW o Seat, estima que el apoyo financiero que el Gobierno español dio a Seat con anterioridad a su venta (más de 185.000 millones de pesetas en 1985) viola las normas comunitarias de libre competencia.
- Si Seat no puede seguir fabricando su gama de modelos (Ibiza, Málaga, Ronda y Panda) porque la Fiat, fundamentalmente, reclama royalties o prohíbe la fabricación de los mismos mediante acciones judiciales.
- Si el Gobierno español estima, antes de seis meses, que los acuerdos no le convienen o no los cumple en los términos pactados.
- Si alguno de los documentos contables aportados el INI sobre Seat no reflejara la realidad de la empresa adquirida. En otras palabras, si VW encuentra agujeros imprevistos una vez que levante las alfombras y que éstos no puedan ser tapados por el INI sin recurrir al Gobierno.
Altos responsables del INI han descartado prácticamente la eventualidad que se produzca cualquiera de estas circunstancias: la aportación del saneamiento se hizo antes la adhesión, se ha pactado con Fiat el tema de los royalties, el Gobierno español lo tiene claro, y, por último, si hay agujeros, lo que es improbable, "se taparán".
Las ventajas del acuerdo son evidentes. El INI estima en 400.000 millones de pesetas lo que ha costado Seat a los españoles en los últimos cinco años (80.000 millones al año de pérdidas), cifra que alcanzaría el billón de pesetas si se le suman las inversiones previstas por el grupo alemán en el quinquenio próximo (510.000 millones).
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