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El programa de recuperación económica, clave para consolidar el nuevo régimen filipino

La nueva presidenta de Filipinas, Corazón Cory Aquino, acaba de cumplir los 100 primeros días de su mandato. Sus principales logros has sido desmontar el aparato del marquismo -sobre todo su versión de corrupción económica y financiera-, ofrecer un dialogo con la guerrilla comunista e islámica, nombrar a los 50 miembros de la comisión encargada de redactar la nueva Constitución y elaborar un programa de reactivación económica. Todos los medios políticos consideran que para resolver la crisis filipina y consolidar un poder que sigue siendo popular -a pesar del incremento de manifestaciones de partidarios del derrocado Ferdinand Marcos- la clave será poner en marcha un nuevo programa de recuperación económica.

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La presidenta Aquino, de 53 años, cumplió el pasado 26 de febrero los 100 primeros días de su mandato, que se inició cuando juró su cargo de presidenta, el pasado 26 de febrero, en el Club Filipino, mientras Ferdinand Marcos intentaba, desde su palacio presidencial de Malacañang, reducir la revuelta militar apoyada por la Revolución del Pueblo, horas antes de que abandonara el país en dirección al exilio hawaiano.Un período de 100 días no es tiempo suficiente para dar la vuelta a una herencia de 20 años del régimen de Ferdinand Marcos, nueve de ellos bajo ley marcial, aunque sí han bastado para demostrar que Cory Aquino no es simplemente la viuda del que fue el principal oponente a Marcos, el ex senador Benigno Aquino, asesinado en Manila en agosto de 1983, cuando regresaba de su exilio en Estados Unidos.

"El primer milagro", dice Aquino con frecuencia, "fue nuestra revolución popular contra Marcos y sus compinches. Y nuestro segundo milagro", añade, "será la recuperación de la economía".

Enfrentada a un deuda exterior de más de 26.000 millones de dólares (cerca de cuatro billones de pesetas), la Administración de Cory Aquino intenta en primer lugar convencer a los acreedores internacionales que Filipinas pagará toda su deuda exterior, en contra de algunas voces dilerepantes. Así, la responsable de Planificación, Solita Mansod, que opina que Filipinas debería rechazar el pago de algunas fracciones de la deuda contraída alegremente por el presidente Marcos.

Para atenuar los efectos de un país sin fondos financieros, Cory Aquino creó dentro de su Administración una comisión ministerial para el buen funcionamiento del Gobierno. Esta comisión, dirigida por el ex senador Jovito Salonga, intenta, nada más ni nada menos, desmantelar la telaraña de compañías e intereses en las que estaban implicados los Marcos y sus amigos, a la vez que procura recuperar parte de la fortuna acumulada por el ex presidente y su esposa, cifrada en unos 10.000 millones de dólares.

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La fortuna del dictador

Hasta el momento, el Gobierno de Aquino ha confiscado unas 200 empresas y negocios que tenían conexiones con Marcos o sus amigos, implantadas principalmente en los monopolios del coco y del azúcar, de capital importancia para la economía. Se calcula que unas 126 empresas serán vendidas en los próximos meses.

"De la fortuna de Marcos puede recuperarse entre el 25% al 50%", opina Bernardo Villegas, economista y uno de los 50 miembros de la comisión constitucional formada por Aquino.

Dentro del equipo de Cory hay también cierta impaciencia por la tardanza en recibir la ayuda económica suplementaria prometida por Estados Unidos -que debería cifrarse en unos 500 millones de dólares- e interés por conseguir mayores créditos de Japón y de los países de la Comunidad Europea, ayuda que debería demostrar a los inversores privados, filipinos o extranjeros, que las grandes potencias conflan en el Gobierno popular de Cory Aquino.

De los 54 millones de filipinos, más de 38 millones viven por debajo del índice de pobreza, es decir, tienen ingresos inferiores a 15.000 pesetas. El paro ronda el 40% y unos 800.000 jóvenes acuden anualmente, sin grandes esperanzas, al escaso mercado de trabajo en una economía caracterizada para muchos como de supervivencia.

Del éxito de la nueva política económica de Cory Aquino dependerá en gran parte la consolidación de su Gobierno, envuelto, a los 100 días de su formación, en una serie de tensiones de ajuste entre sus miembros. También persisten las dudas sobre el futuro papel de los militares filipinos, sobre todo sí no hay un acuerdo en el tema de la guerrilla, frente a los que Cory podría esgrimir como principal argumento de convicción el rápido logro de éxitos económicos en el sector rural.

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