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Rubinstein, Ravel y lo español en el concurso de piano Paloma O'Shea

La novena edición del Festival Internacional de Piano Paloma O'Shea, que se celebrará el verano de 1987, tendrá carácter de homenaje a Arturo Rubinstein (véase EL PAÍS de ayer). Ningún símbolo del gran virtuosismo pianístico como Rubinstein y ningún otro artista como él tan honda y largamente enraizado con España.En la vida musical española Arturo Rubinstein fue figura central desde los años diez a los sesenta. Amigo de todos, desde el rey Alfonso XIII hasta Pastora Imperio, desde Manuel de Falla a la Niña de los Peines, desde Ortega y Gasset al gaditano Tío de la Tiza, Rubinstein vivió España y a los españoles de modo muy intenso. Particularmente se movió en la España de los ballets rusos, cuando Stravinski, Ansermet y Ravel nos visitaban con frecuencia y cuando el bailarín Massine aprendió del flamenco Félix Fernández la farruca para bailarla en El sombrero de tres picos.

El mismo año de 1987 celebra remos otra efemérides: el 50º aniversario de la muerte de Mauricio Ravel, medio español en la sangre, la cultura, la sensibilidad y la obra. La presencia de la música de Ravel en el concurso Paloma O'Shea, desde La alborada del gracioso hasta el Concierto en sol, está cargada de sentido por razones intelectuales y por razones del corazón.

Siguiendo la práctica iniciada hace tres años con la Cadencia de Cristóbal Halffter, el concurso ha encargado a Gonzalo de Olavide, el gran compositor madrileño residente en Ginebra, un Movimiento perpetuo cuya interpretación será obligada para los concursantes que lleguen a la segunda prueba. En las semifinales, la música de cámara contará con la colaboración del Chilingrian Quartet de Londres y para la final con orquesta se cuenta con la presencia de la Orquesta Nacional de España, con su titular, Jesús López Cobos.

Alicia de Larrocha inaugurará en Madrid el certamen, y su colega francés Joël Thioller lo hará en Santander con recitales que, a la sombra del gran repertorio, se extienden hasta la evocación de Rubinstein y Ravel, con las lógicas referencias a lo español y lo francés.

La Universidad Menéndez y Pelayo patrocina y acoge este concurso pianístico que ha sido capaz de movilizar a cuantos se interesan por la música y que ha logrado tal prestigio en el mundo que un premio santanderino supone una carta definitiva de presentación y un auténtico pase al gran mundo de los conciertos. Cuantos conocen el concurso santanderino se convierten inmediatamente en sus valedores, quizá porque en todo, desde el más pequeño detalle hasta las más amplias planificaciones y realizaciones, se refleja la personalidad de su fundadora y ferviente mantenedora Paloma O'Shea.

Llamar la atención con más de un año de anticipación y hacerlo desde el mismio palacio de la Magdalena que acogerá las pruebas del concurso es algo más que crónica informativa o elogio merecido. Se trata de avisar con tiempo a cuantos aspiren atonvertir su vocación pianística en profesionalidad triunfante. Una nueva entidad, impulsada también por Paloma O'Shea, ha nacido en torno al concurso: la sociedad pianística Isaac Albéniz.

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