El Descanso abrió sus puertas, con los mismos trabajadores, un año después del atentado
El restaurante El Descanso-La Casa de las Costillas, situado en el kilómetro 14 de la autopista Madrid-Barcelona, volvió a ser abierto ayer, con el mismo equipo de trabajadores que tenía hace 14 meses, cuando sufrió un atentado que causó la muerte a 18 personas y heridas a 84. El propietario, José González Collia, ha invertido 60 millones de pesetas en la reconstrucción del edificio.
Durante el pasado fin de semana, El Descanso invitó a amigos y clientes, y ayer fue la reapertura al público. Los camareros se afanaron, al mediodía, en dejarlo todo a punto. Se les notaba el nerviosismo del estreno. "Ha quedado distinto. Sólo tiene una planta y sótano, donde tendremos las oficinas y el almacén", explica el propietario, José González Collia, asturiano, de 55 años de edad."Mantendremos el mismo horario: de doce de la mañana a doce de la noche, las mismas cosas y los mismos precios"', agrega. Quienes atienden el restaurante también son, en su mayoría, los mismos. "Menos cuatro, que he tenido que sustituir: tres que ya se habían empleado y uno que sufrió un accidente casualmente el mismo día del aniversario del atentado".
El 12 de abril de 1985, poco antes de las 22.30 horas, se produjo una explosión en el restaurante. El asunto aún no ha sido esclarecido por los servicios de seguridad del Estado. Una bomba de cloratita o pentrita -tampoco se ha determinado la materia explositva- causó la muerte a 18 personas, de las que 15 eran mujeres, y heridas a 84, de las que 11 eran de nacionalidad norteamencana. "La bomba estaba encima de un radiador, a la entrada del restaurante", dijo algún tiempo después Magadalena Canga, esposa de González Collia.
El dueño, José González, quedó atrapado entre los escombros y el olor a tierra polvorienta quedó impregnado en su olfáto durante muchos meses. Siete años antes, González Collia había comprado este restaurante donde él trabajó de camarero.
El atentado, además de los graves daños personales mencionados, dejó sin recursos laborales a González Collia y a sus 16 empleados. La póliza de seguros que tenía suscrita por importe de 13.500.000 pesetas, no cubría daños por terrorismo.
"Tuvimos suerte, tuvimos ayudas", dice el propietario. El Consorcio de Seguros se hizo cargo de la póliza. Los 16 empleados fueron acogidos en el subsidio de desempleo. El matrimonio González-Canga decidió "empezar otra vez". Obtuvieron 21 millones de pesetas del Fondo de Solidaridad del Acuerdo Económico y Social (AEIS) y él resto, hasta alcanzar unos 60 millones de pesetas, por disfintas vías de crédito. Y ocho meses después; comenzaron las obras de reconstrucción.
Ayer, González Collia volvió a ofecer "costillas y chuletas con salsa al gusto norteamericano, fabadas, churrascos, merluza y sidra, y los mismos precios", insiste González. ¿Qué les pasa a los precios? "Que son divinos, divinos, no pueden ser mejor", dice, y se ríe satisfecho de volver a trabajar. "Si lo hubiera pensado dos veces, a lo mejor no habría vuelto a abrir, pero aquí estamos dispuestos a empezar de nuevo", dice González Collia, que a las cinco de la tarde de ayer no había comido aún, al gual que sus empleados pues aunque no hubo lleno al completo, tuvo "muchos clientes, entre ellos dos o tres norteamericanos".
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