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Cierran dos astilleros británicos con una plantilla de casi 3.500 personas

British Shipbuilders, los astilleros británicos propiedad del Estado, han anunciado el despido de más de un tercio de su fuerza laboral (unos 3.500 trabajadores) y el cierre de dos astilleros, ante la absoluta ausencia de nuevos pedidos. También se cerrará una fábrica de motores para buques.Al mismo tiempo, el, presidente de la compañía nacionalizada, Phillip Hares, ha advertido que si no se reciben nuevos pedidos en los próximos meses, los seis astilleros que quedan abiertos tendrán que cerrar en un plazo de un año, lo que supondría la desaparición de la industria naval civil en este país.

El anuncio fue hecho en el transcurso de un tormentoso debate en el Parlamento, en el que el nuevo ministro de Industria y Comercio, Paul Channon, que sustituyó a Leon Brittan, una de las víctimas del asunto Westland, fue constantemente atacado por la oposición por la pérdida de nuevos puestos de trabajo.

De los 9.030 trabajadores que componen en la actualidad la fuerza laboral de British Shipbuilders, 3.495 perderán sus puestos de trabajo. Al mismo tiempo se cerrarán dos astilleros en el norte de Inglaterra, con lo que sólo seis quedarán abiertos. Las pérdidas de puestos de trabajo afectan a zonas laborales ya deprimidas, como el norte de Inglaterra y Escocia, y tendrán un alto costo político para el Gobierno conservador de Margaret Thatcher, que sufrió hace poco una devastadora derrota en las elecciones locales y en dos parciales.

El Gobierno anunció en el Parlamento que pondría 10 millones de libras (unos 2.200 millones de pesetas) a disposición de las zonas afectadas por los despidos, incluidos cinco millones de libras para que los astilleros puedan crear una subsidiaria dedicada a facilitar servicios para los despedidos. Otro millón de libras esterlinas (220 millones de pesetas) se dedicará a enseñar nuevos oficios a los obreros navales.

El cambio en las perspectivas de la industria naval en este país ha sido dramático en los últimos 30 años. En la década de los cincuenta, Gran Bretaña construía la mitad de los barcos mercantes que se encargaban en el mundo, con una fuerza laboral empleada en los astilleros de más de un cuarto de millón de personas. Ese cuarto de millón ha quedado ahora reducido a poco más de 5.000 personas.

La competencia en los años cincuenta y sesenta de países como Japón y España, y en la actualidad de Corea del Sur, ha hecho que los astilleros británicos no tengan prácticamente nuevos pedidos en los próximos meses.

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