El Rey expone en Estrasburgo la voluntad española de avanzar en la construcción de la Europa unida
ENVIADO ESPECIAL, "Majestad: aquí hay discusiones y enfrentamientos. Usted ha conseguido la unanimidad en la estimación y en el reconocimiento. Le doy las gracias de todo corazón". El presidente del Parlamento Europeo, Pierre Pflimlin, cerraba con estas palabras la sesión solemne que ayer celebró en Estrasburgo este organismo para escuchar un discurso de 25 minutos del rey. Juan Carlos I. El Monarca defendió con ardor la idea de la unidad europea y, más allá de la retórica que suele acompañar a los discursos de un jefe de Estado, ahogó con énfasis por la profundización en la unión europea tras la firma del Acta Unica Europea, que supone la reforma de la CE.
"España ha firmado el Acta única Europea", dijo, "y está dispuesta a ratificarla con prontitud. En el largo proceso de construcción de la unidad europea, España quiere avanzar tan lejos como sea factible".La frase de despedida de Pflimlin no era una simple cortesía. El presidente recordaba sin duda la fría amabilidad con que el Parlamento Europeo acogió en octubre de 1985 el discurso del presidente de la República Federal de Alemania, Richard von Weizsacker; incluso el pequeño incidente provocado por los verdes, en junio de ese mismo año, durante la intervención del entonces presidente italiano, Sandro Pertini, y la alta tensión generada por la presencia de Ronald Reagan en mayo de 1985, cuando Pflimlin se vio obligado a decirle, poco más o menos: "Señor presidente: en nombre de la mayoría de la derecha que represento, le doy las gracias".
Don Juan Carlos había sido interrumpido con aplausos siete veces a lo largo de su intervención y escuchó una gran ovación tanto al, entrar como al abandonar el salón de plenos. En medio de este reconocimiento general, sólo seis u ocho de los diputados. verdes permanecieron sentados al final del discurso, leyendo el periódico y sin aplaudir.
La significación política del discurso del Rey se hizo patente por el hecho de que los aplausos tuvieron distinto origen. La mención a la necesidad de luchar contra el terrorismo provocó una ovación iniciada en los escaños de la derecha. Las referencias al Acta única Europea y al papel que Europa debe jugar en el desarme lograron que fuese la izquierda la que iniciara los aplausos.
Don Juan Carlos, acompañado por la reina Sofía -que ocupó un lugar en la presidencia durante el acto-, llegó a Estrasburgo ayer por la mañana, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, y miembros de la Casa Real. Tras ser recibidos en el Palacio de Europa, sede del Parlamento Europeo, por su presidente, Pflimlin, y de conversar unos minutos en su despacho, los Reyes entraron en el hemiciclo. Entre el público de las tribunas se encontraban el secretario general del Consejo de Europa, Marcelino Oreja, y el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, que asistía en Estrasburgo a una reunión del Consejo de las Regiones de Europa.
El Rey recibió el saludo de Pflimlin, que pronunció un breve discurso, pese a lo cual fue interrumpido por una ovación cuando dijo: la empresa europea "no habría podido encontrar su dimensión auténtica y su plena significación si vuestro país no se hubiera asociado".
Don Juan Carlos se dirigió ya a la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa en octubre de 1979. El discurso de ayer contrastó vivamente con aquél, que fue mucho más breve y dedicado a generalizaciones teóricas sobre la construcción europea. En esta ocasión el Rey insistió en la necesidad de profundizar en las posibilidades que ofrece el Acta Única Europea. "Yo quiero reafirmar solemnemente", dijo, "el compromiso de España en la realización de ese futuro de unidad, porque nadie tiene derecho a dilapidar la herencia recibida".
Enumeró después siete "desafíos" para la sociedad europea: el desempleo, el desafío tecnológico, las diferencias regionales, la degradación del medio ambiente, la defensa del patrimonio cultural, la "salvaguardia y promoción de 'los derechos del hombre" y "los problemas de seguridad en un mundo dividido".
Se refirió al papel que Europa debe jugar en la construcción de la paz y dijo que "la Europa comunitaria puede y debe jugar un papel detertminante para conseguir un mundo regido por la distensión que permita alcanzar resultados concretos en el terreno del desarme". Don Juan Carlos añadió, provocando una ovación: "Por separado nada podremos hacer frente a estos desafíos".
Se refirió luego el Rey a la unión económica y monetaria como "el cimiento sobre el que se construirá el futuro", y agregó: "Esa Europa que construimos ha de resultar cercana al ciudadano europeo y, por ello, hay que intensificar la cooperación en aquellos aspectos que tienen una repercusión inmediata sobre- el bienestar de los ciudadanos".
La última parte del discurso estuvo dedicada a explicar el papel y la significación de España en Europa. En este tramo fue interrumpido dos veces con aplausos una de ellas al mencionar la "savia nueva de un pueblo joven que ha establecido un sistema democrático de convivencia basado en la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralisino".
Don Juan Carlos dijo también: "La España que hoy represento ha recorrido en los últimos 10 años una trayectoria decisiva para la que otros países europeos precisaron más de un siglo". Los Reyes se trasladaron desde el Parlamento Europeo al palacio Rohan, donde les fue ofrecido un almuerzo al que asistieron los parlamentarios españoles. Tras visitar la biblioteca de los cardenales, en el mismo palacio, y firmar en el libro de oro de la ciudad de Estrasburgo, partieron hacia el aeropuerto con destino a Madrid.
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