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Los laboristas aceptan finalmente formar Gobierno minoritario en Noruega

Gro Harlem Brundland, líder de la oposición laborista en Noruega, informó ayer que, pese a sus reservas previas, ha aceptado la invitación del rey Olaf para formar un Gobierno minoritario, a fin de resolver la grave crisis abierta en el país como consecuencia de la dimisión, el pasado miércoles, del primer ministro democristiano Kaare Willoch.Willoch, que presidía un Gobierno de coalición tripartirto integrado por democristianos y centristas, se mantendrá al frente de la gestión de los asuntos públicos hasta que su oponente laborista pueda cumplir el encargo real, hacia mediados de la próxima semana.

El primer ministro saliente hubo de esperar hasta ayer a que el rey Olaf regresara de Suecia, donde asistió a la fiesta de cumpleaños de Carlos Gustavo, para presentarle su dimisión como primer ministro. El dimisionario había anunciado previamente que sugeriría al Rey que encomendase a la líder del Partido Laborista la formación de nuevo Gobierno, pero ésta había rechazado en principio la sugerencia: "No es nuestro deber formar Gobierno. Nosotros no hemos hecho caer al Gobierno de Willoch. Él mismo eligió irse", manifestó Gro Harlem Brundtland,

Las especulaciones giraban, entretanto, en torno al desenlace de la crisis. La convicción generalizada era que ningún partido deseaba asumir la responsabilidad de gobernar, ahora que la prosperidad de los últimos años, derivada de los ingresos del petróleo, se ha trocado en un dramático descenso de ingresos como consecuencia de la caída de los precios del crudo. Asumir el Gobierno en estas circunstancias significará inevitablemente la adopción de medidas más austeras que las que aplicó el Gobierno burgués en los últimos años. Una austeridad a la que los noruegos se habían desacostumbrado.

Tarea poco grata

Todo indicaba, sin embargo, que, mal que le pese, la líder laborista deberia asumir finalmente, en su condición de representante del partido mayoritario, la poco grata ,misión de formar el Gobierno. Y así ha ocurrido. Además de la situación económica, otras razones hacen indeseable para los laboristas esa tarea, y la principal es que no tienen una mayoría absoluta en el Parlamento, lo que los condenará a una inestabilidad inevitable.En las últimas elecciones parlámentarias, el pasado mes de septiembre, los laboristas registraron una fuerte recuperación que estuvo cerca de llevarles al Gobierno. De haberse mantenido el Gobierno burgués hasta el fin de su mandato, en 1989, Gro Harlem habría recuperado seguramente el poder con una holgada mayoría. Gobernar el país en los tres años que faltan para las nuevas elecciones va a suponerle un alto coste político.

Muchos observadores estimaban que la solución más deseable era convocar elecciones anticipadas, lo que habría permitido al vencedor asumir el Gobierno con respaldo y a los electores saber a qué atenerse, pero esto no era posible por impedimentos constitucionales.

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