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"A pesar de todo, valió la pena", afirman los olvidados 'capitanes de abril'

"A pesar de todo, valió la pena". Doce años después de la revolución de los claveles, la frase de uno de los militares que llevaron a cabo el golpe del 25 de abril de 1974, que acabó con el salazarismo, es el estribillo de las declaraciones de los libertadores de antaño, invitados de honor de numerosos actos conmemorativos del fin de la dictadura y grandes olvidados en el escenario político y militar de Portugal.

Un a pesar de todo eufemístico, con resabios de amargura. Por más que se afirmen educados en la mística castrense del sacrificio patriótico y de la servidumbre de las armas, los militares de abril no pueden dejar de llevar la cuenta de los pequeños y grandes agravios sufridos en los últimos años.Este año no habrá siquiera -pobreza obliga- el ya tradicional almuerzo de hermandad entre todos los militares de abril, única ocasión que tenían de mostrar que son aún muchos y que no pueden ser totalmente ignorados en el proceso de normalización .

Despedido por exigencia del entonces primer ministro y actual presidente Mario Soares, el general Amadeu García dos Santos (único militar de abril que llegó a jefe del Estado Mayor del Ejército) espera desde hace dos años un destino compatible con su hoja de servicios.

Más de cinco años después de promulgada la ley que amnistió todas las faltas y delitos cometidos durante el período revolucionario, el Estado Mayor de la Fuerza Aérea sigue negándose a reincorporar a los pocos izquierdistas con que contó un día en sus escalafones el más derechista de los tres ejércitos lusos. Mientras, se procede con toda naturalidad a la reintegración de los cerca de 300 oficiales separados del servicio entre 1974 y 1975 por su vinculación al régimen dictatorial.

Más sutiles, el Ejército de Tierra y la Armada portugueses cuentan con el desánimo y la falta de perspectiva de ascenso para adelantar el retiro voluntario de sus oficiales progresistas, excluidos de todos los destinos que implican ser merecedores de la confianza de los mandos nacionales y de la Alianza Atlántica.

Los ex militares de abril están condenados a vegetar en guarniciones de provincias o en los destinos de los archipiélagos atlánticos que no interesan a sus camaradas sin pasado político y, uno tras otro, piden el pase a la reserva, como lo hicieron ya, hace años, las personalidades más célebres: el ex presidente Costa Gomes, privado de los pocos privilegios de su rangode mariscal por un jefe de Estado Mayor General (el actual) irritado por su militancia pacifista y antinuclear de vicepresidente del Consejo Mundial de la Paz; el ex primer ministro Vasco Gonçalves; el almirante Rosa Coutinho; la mayoría de los ex consejeros de la revolución y, mas recientemente, el general Antonio Ramalho Eanes, elegido dos veces presidente de la República.

Si el ex presidente Eanes acepta acudir, en el palacio de Sao Bento, a la sesión solemne del Parlamento conmemorativa del 122 aniversario de la revolución, lo hará en su calidad de consejero de Estado. Ninguno de los protagonistas de la revolución de los claveles ha sido invitado al acto.

En cambio, estarán presentes los altos mandos de las fuerzas militares y militarizadas, hombres que poco o nada hicieron para adaptar las instituciones que representan al nuevo modelo de comportamiento democrático. Un acongojante relato del Defensor del Pueblo, Ángelo de Almeida Ribeiro, acaba de poner en entredicho a la Policía Nacional, y a su jefe, el general Almeida Bruno por abuso de poder y torturas.

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