Creta, un 'portaviones' norteamericano frente a Libia
La población no esconde sus deseos de verse libre del nuevo 'ocupante'
Creta, la quinta mayor isla del Mediterráneo, situada en la encrucijada de tres continentes, es como un inmenso portaviones de 257 kilómetros de largo anclado en la parte más oriental del mar de Libia. Se dice que en días claros, desde la cumbre del legendario monte Ida (2.456 metros) se vislumbra la costa de Libia, distante tan sólo 260 kilómetros, igual que la isla italiana de Lampedusa. En este portaviones, y claramente contra la voluntad de su casi medio millón de habitantes, están las bases norteamericanas de la bahía de Suda y Heraklion.
El pasado sábado los habitantes de Jania, antigua capital de la isla, distante tan sólo siete kilómetros de la gran base aeronaval de la bahía de Suda, se reunieron en la plaza Mayor del pueblo, convocados por su alcalde. Yorgos Katzanevakis, un independiente de izquierdas a quien en Atenas se califica de filocomunista, aunque él lo niega rotundamente, leyó a sus conciudadanos un manifiesto contra la presencia norteamericana en la isla en él que se pedía el desmantelamiento de todas las bases en Creta y también que el Gobierno griego cumpla la promesa de acabar con la presencia militar estadounidense (4.000 hombres, en cuatro bases) en todo el país antes de 1988.Aprobada la propuesta por aclamación, los ciudadanos de Jania montaron en sus coches e iniciaron una larga y nutrida procesión hasta la puerta misma de la base de Suda, para hacer entrega del manifiesto a los norteamericanos. Pero, una vez allí, no les recibió ningún alto oficial de la VI Flota, sino el general griego a cuyo mando están las instalaciones que también tiene la OTAN en este lugar.
Katzanevakis explica esto en su despacho de la alcaldía interrumpido de cuando en cuando por gesticulantes ciudadanos que vienen a plantearle sus disputas como si se tratara del viejo sabio de la comunidad, aunque no sea ése su aspecto. Alto, cuarentón, de cabello gris largo por detrás, recuerda más bien la imagen de uno de los patricios venecianos que dominaron Creta durante tres siglos. Es consciente de que las posibilidades de deshacerse de tan molestos individuos son remotas. "Ya lo dijo el general Alexander Haig hace ocho años, cuando era el comandante en jefe de la OTAN en Europa", asegura pesimista el alcalde, "Suda es la base más importante de la Europa mediterránea, se pueden abandonar todas las bases menos ésta".
La verdad es que ni la base de Suda ni la de Heraklion, ni ninguna otra, va a ser desmanteladas. El alcalde explica que el secretario de Estado norteamericano George Shultz estuvo en Atenas hace dos meses para pedir al primer ministro, Andreas Papandreu, que reconsiderara el asunto, y el, Gobierno griego se negó. Sobre la política de Papandreu, el alcalde de Jania tiene sus dudas. "Cuando está en Grecia", dice, .se convierte en un líder tercermundista y antiimperialista, pero luego, rodeado de sus colegas de la Comunidad Europea, se transforma y acepta todas las propuestas de los demás".
Mirando al cielo
Los misiles libios que cayeron a escasa distancia de Lampedusa, admiten los cretenses, produjeron un fuerte impacto en la isla. Desde entonces, cada vez que un avión militar rompe el cielo de este radiante Mediterráneo, las miradas de la gente intentan disimular su desasosiego, aunque desde hace ya un tiempo la presencia física que pueda recordarles al amigo americano ha desaparecido prácticamente. "No sabemos cuántos hay", -asegura el alcalde, "calculamos que entre 500 y 1.000, pero pueden ser más o menos. Lo cierto es que ya casi no salen de las bases más que en grupos de diez y vestidos de civil, y aun así causan problemas, se emborrachan y provocan peleas con la gente del pueblo, que no les quiere. También son un peligro para la juventud porque muchos de ellos consumen drogas".Este antinorteamericanismo denunciado por Katzanevakis se encuentra fácilmente en la calle. "Son gente absolutamente inculta", asegura el dueño de un bar votante de los socialistas, "no saben nada; si se les pregunta dónde está Rumanía, pueden contestar que en África". Un taxista, que se confiesa conservador, muestra su desprecio explicando cómo un soldado norteamericano se horrorizó al ver un pescado frito en un plato. "No lo había visto jamás", cuenta, "y le aterrorizó tanto que se tuvo que levantar de la mesa".
Y está el turismo. Casi todos los hoteleros reconocen que han tenido cancelaciones, especialmente de los grupos que venían por medio de touroperadores. "Grecia vive del turismo", asegura Spiros Gabalades, dueño de un hotel en el puerto veneciano de Jania, "esto nos puede hundir, todos sabemos que Gaddafl es un terrorista, pero Reagan, bombardeando a mujeres y niños, se ha puesto a su altura. A los norteamericanos no les cuesta nada montar guerras a miles de kilómetros de distancia de su país".
La que hace 4.000 años fue el centro de la cultura minoica, para muchos el origen de la civilización occidental, ha sido invadida por pueblos de todas las procedencias. Muchos se integraron, otros, como los turcos, siguen siendo odiados profundamente. Hasta hace muy poco los cretenses tenían la costumbre de echarse al monte cuando el dominador de turno no les gustaba. Escondidos en los inaccesibles desfiladeros cortados a pico o en las cumbres nevadas, descendían a hostigar al invasor. Y así lo hicieron incluso con las fuerzas de ocupación alemanas durante la II Guerra Mundial. Pero sus objetivos eran visibles. A los norteamericanos no se les ve, pero se sabe que están ahí y se les oye.
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