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VIOLENCIA EN EL MEDITERRÁNEO

Gaddafi da garantías sobre la seguridad de los extranjeros en Libia

Las autoridades libias han informado a las respectivas embajadas extranjeras acreditadas en Trípoli que se comprometen a garantizar la seguridad de los trabajadores,y residentes de otros países, así como sus familiares, bien es personales e instalaciones de las empresas donde están empleados. Este mensaje de tranquilidad pone fin a la situación de nerviosismo creada en la colonia extranjera tras el bombardeo norteamericano de la madrugada del martes.Desde el sábado se encuentra ya en la capital libia el embajador de España, Ricardo Peydró, llamado a consultas la semana anterior al bombardeo y ausente de Trípoli cuando éste se produjo. Peydró ha sido uno de los representantes comunitarios a los que las autoridades libias han transmitido este mensaje, y así se lo ha hecho saber a los directivos de las empresas españolas que operan en Libia. El pasado viernes, algunas de estas compañías realizaron gestiones, sin éxito, ante las autoridades libias para que éstas otorgaran el visado de salida, requisito imprescindible para abandonar el pais, a sus trabajadores. No se trataba de una petición de evacuación, ni siquiera enmascarada, sino de satisfacer a un número de trabajadores, entre ellos los de las empresas Watt, Entrecanales y Távora y Ferrovial, que habían solicitado reunirse con sus familiares en España.

Rumores e infundios

Giro hacia la moderación en la estrategia de Gaddafi

Las autoridades de Trípoli se han sentido muy molestas por la cantidad de rumores e infundios que han circulado en el exterior en los días posteriores al bombardeo, a pesar en el país una excepcional y gratuita maquinaria de información (actualmente hay 500 corresponsales y enviados especiales extranjeros) que no han sabido aprovechar los libios, a veces por encontrarse completamente desbordados, y otras por no disponer de una infraestructura apropiada.Mientras desde Washington se sucedían informaciones diversas y contradictorias sobre lo que estaba ocurriendo dentro de Libia, en Trípoli había evidencias descaradas de que se estaba produciendo una gran manipulación informativa. Se dijo que Gaddafi había sido herido, y en ese momento era visto por el ex dirigente del Sindicato de Obreros del Campo español (SOC) Francisco Casero. También se anunció que había viajado a Yemen del Norte, y minutos después se dirigía al pueblo por televisión. Y cuando, pese a todas esas evidencias, se aseguró que estaba recluido en un oasis amurallado en Sheba, ciudad situada a 1.000 kilómetros de Trípoli, Gaddafi visitaba a los heridos (el jueves) o recorría el cementerio en el que horas antes habían sido enterrados los muertos del bombardeo (el viernes). Gaddafi está bien, domina la situación, y Trípoli está en calma.

Al menos ayer los dos periódicos de Trípoli daban evidencia en primera página de todas las actividades del máximo dirigente libio, con fotografias incluidas, entre ellas una en la que se le veía recorriendo el hospital central Ibn Annafis, vestido con el traje tradicional libio, visitando a los niños heridos a consecuencia del ataque de la aviación norteamericana.

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