Washington trata de aplacar en la OTAN las protestas de sus aliados
Los embajadores de los países miembros de la OTAN se reunieron ayer en Bruselas, en una sesión extraordinaria del Consejo Atlántico, para escuchar al secretario de Estado adjunto norteamericano, John Whitehead, quien intentará reparar el daño causado a las relaciones entre los aliados por el ataque estadounidense contra Libia el pasado martes."No creo que la OTAN sea la organización [adecuada] para hacer planes militares contra el terrorismo", había manifestado previamente el secretario general de la Alianza, lord Carrington, en una entrevista concedida a Radio Nacional de España. Sin embargo, recordó que hay un comité en la OTAN en que los jefes de la seguridad de los países miembros intercambian información en materia antiterrorista, con "éxitos considerables".
En medios atlánticos de Bruselas se comentaba ayer que la crisis registrada entre EE UU y la mayoría de sus aliados europeos se debe, en parte, a la diferencia de percepciones y opiniones entre las dos orillas del Atlántico sobre el terrorismo. Estos medios comentaban, como Carrington, que la OTAN "no se puede usar de un modo político para luchar contra el terrorismo". También estiman que el terrorismo actual no es sólo de carácter nacional, lo que complica la situación, y que la Unión Soviética no está detrás del terrorismo, aunque no hace nada para pararlo.
En su declaración, lord Carrington reiteró que "lo que ocurrió en Libia no tiene que ver con la OTAN; era una acción militar de Estados Unidos" que hubiera podido pedir la aplicación del Tratado del Atlántico Norte cuando sus fuerzas fueron atacadas en aguas internacionales el pasado 24 de marzo. Pero no lo hizo, como tampoco Italia cuando Libia atacó la isla de Lampedusa el pasado martes.
En la capital belga, se estima que la crisis no tendrá repercusiones negativas a medio plazo sobre las relaciones Oeste-Este. La crisis sí podría tener consecuencias en la zona directamente afectada por el conflicto. Lo ocurrido en Lampedusa muestra, en opinión de expertos occidentales, la necesidad de reforzar la defensa, sobre todo aérea, del flanco sur de la OTAN.
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