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La OPEP tratará hoy en Ginebra de invertir la actual tendencia a la baja en los precios del petróleo

La organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reúne hoy en Ginebra para reanudar la conferencia ministerial que, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo que invirtiera la actual tendencia a la baja en los precios del petróleo, tuvo que interrumpir hace ya 20 días. Pocos elementos nuevos se han producido para esperar que el cártel consiga esta vez llegar a un compromiso para distribuir entre ellos el sacrifico que supondría el recorte adicional que requieren sus actuales cuotas de producción. La presión indirecta realizada por la Administración Reagan sobre la firme posición de Arabia Saudí puede ser un factor decisivo.

El viaje realizado por el vicepresidente norteamericano, George Bush, por varios países productores del golfo Pérsico, y la polémica desatada en Estados Unidos en torno a las intenciones reales en materia de precios energéticos de la Administración de Reagan, ha sido el único elemento que de hecho ha provocado una reacción alcista en los mercados libres. La firme posición de Bush al señadar que unos precios tan bajos para el crudo atentan a la seguridad de Estados Unidos hizo subir la cotización del barril, que se estabilizó en torno a los 14 dólares después de haber caído por debajo de la barrera de los 10 dólares.Bush concluyó su viaje a Arabia Saudí con una declaración de que Washington y Riad no piensan lo mismo en materia de petróleo, lo cual era de prever. Pero el mercado ha sacado la impresión de que Washington ha presionado sobre el rey Fahd para que, sin necesidad de provocar la reacción contraria, dé los pasos necesarios para que el precio del petróleo se estabilice en unos niveles menos dañinos para la industria petrolera occidental que esa barrera de los 10- 12 dólares.

No hay que olvidar que fue Arabia Saudí el productor que, en aras de una estrategia orientada a humillar a los productores del mar del Norte (Reino Unido y Noruega) y detener el robo de clientes y cuota del mercado mundial que originaba su cada vez mayor producción, desató la guerra de precios al incrementar su producción hasta el techo máximo que le permitían los acuerdos de la OPEP, es decir, 4,3 millones diarios de barriles.

Declaraciones contradictorias

Las primeras declaraciones de los ministros de los 13 miembros de la OPEP, antes o después de su llegada a Ginebra, difieren en el tono y en las perspectivas de un acuerdo. Aparte de las declaraciones siempre optimistas del indonesio Subroto en el sentido de que es posible un acuerdo para restringir la producción, están las realistas del ministro argelino Belkacem Nabi, que, tras, haber realizado un viaje no anunciado a Moscú y luego a Riad, ha señalado que la OPEP está ante su última oportunidad para poner fin al "disparate" que vive en estos momentos. Otros, como los representantes de algunos países del Golfo, son francamente pesimistas,Cuando la OPEP decidió suspender su conferencia el pasado 24 de marzo, los 13 ministros habían alcanzado un consenso sobre dos cuestiones: primera, es necesario defender el precio oficial de 28 dólares, inexistente desde hace más de tres meses, y segunda, para alcanzar este objetivo la producción del consorcio en el segundo trimestre del año en curso tiene que reducirse de los 17,7 millones que produjo como media en el primero a 14 millones de barriles diarios, teniendo en cuenta que la demanda cae en ese período por la parada de las calefacciones.

El ministro Subroto fue encargado por sus colegas de distribuir esta nueva cuota entre los 13 países. Para ello necesitaba que los ministros aceptaran repartirse equitativamente, o de acuerdo a sus necesidades particulares, los dos millones adicionales que suponía de recorte la nueva cuota sobre la establecida en Londres en marzo de 1983, luego actualizada en 16 millones en octubre de 1984. Las diferencias entre Irán e Irak, y la negativa de algún país a tocar "un solo barril" de su producción, hicieron fracasar la misión de buenas intenciones de Subroto.

La segunda parte de la conferencia de Ginebra -sin duda será la más larga de las que ha celebrado el consorcio en sus 25 años de historia- se va a limitar a este punto. Pero para llegar a un acuerdo será necesario que coincidan varios factores, o al menos el primero: que Riad haya cambiado de opinión sobre el desarrollo de la guerra de precios y, por tanto, la ponga fin. O que algunos productores acaten la que parece ser la estrategia saudí y, además de respetar la que consideran su justa cuota, restrinjan su producción.

Las serias dificultades financieras que ya atraviesan muchos productores de la OPEP, agravada con la caída de los precios del petróleo, no parece que permitan esperar recortes adicionales voluntarios de países como Nigeria, Indonesia o Venezuela. Mucho menos de dos países en guerra como Irán e Irak. Y mucho menos que la OPEP reciba en última instancia el apoyo de los productores del mar del Norte, los que, pese a las señales confusas que emanan ciertos intereses petroleros norteamericanos, muy bien representados en la Casa Blanca, se mantienen en su línea de no negociar con el consorcio acuerdos que atenten a la filosofía del libre comercio.

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