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Filipinas, una democracia en marcha

Estabilizar el régimen y lograr que Marcos devuelva el dinero, objetivos inmediatos del Gobierno de Aquino

Carlos Yárnoz

ENVIADO ESPECIAL "El pueblo filipino me plantea qué va a pasar ahora, una vez alcanzada la libertad, con los puestos de trabajo, las escuelas o los hospitales", decía recientemente Corazón Aquino para definir la situación de su país. Los objetivos inmediatos del Gobierno filipino consisten en estabilizar el régimen democrático -con una nueva Constitución y unas elecciones a celebrar este mismo año- y en lograr que el dictador Marcos devuelva los 8.000 millones de dólares que se llevó al exilio.

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Frente a los proyectos están la grave crisis económica que sufre el país, con una deuda estimada en 26.000 millones de dólares, y las míseras condiciones. de vida de una buena parte de sus habitantes. "Arriesgué mi vida frente a los tanques para intentar salir de esta pocilga", dice Lito Mirta, de 26 años, uno de los cuatro millones de chabolistas de Manila que vive en el barrio de Basura, en pleno centro de la capital.Un mes después de que el dictador Ferdinand Marcos abandonara Manila a bordo de un helicóptero militar estadounidense, las calles de la ciudad, con ocho millones de habitantes, han recobrado la normalidad. En los lujosos hoteles y clubes de golf se tuestan los turistas a 40 grados de temperatura o ricos filipinos arreglan sus negocios de importación-exportación, mientras centenares de miles de ciudadanos, especialmente niños, se buscan la vida vendiendo cigarrillos y periódicos o prostituyéndose por 200 pesos (1.600 pesetas). "Aquí hay muchos pobres, pero usted verá que siempre se están riendo porque tienen la fuerza de la fe", decía el cardenal Jaime Sin, obispo de Manila.

Las masas que materializaron con éxito la incruenta revolución han cedido el protagonismo a su indiscutible líder, la presidenta Cory Aquino, y al Gobierno. El único rescoldo del movimiento popular puede observarse en las cerca de 1.000 personas que casi a diario se manifiestan ante el despacho oficial de Cory Aquino lanzando algún grito contra Marcos y muchos en petición de trabajo y de casas dignas. A sólo 100 metros de ese despacho, más de 8.000 personas, en su mayoría pobremente vestidas, visitan diariamente el palacio de Malacañang, residencia de Marcos, en la que éste y su esposa, Imelda, dejaron miles de pares de zapatos y juegos de ropa interior, centenares de lujosos vestidos y trajes, decenas de pantallas gigantes de televisión y un quiráfano instalado junto a la cama del dictador.

El programa político más inmediato consiste en que, una vez disuelto el Parlamento heredado de. Marcos, una comisión de 30 expertos redactará una nueva Constitución, que después será sometida a referéndum, para a continuación celebrar elecciones generales. El proceso durará al menos medio año y se estima que las elecciones podrán celebrarse alrededor del 11 de noviembre próximo. Mientras tanto, Cory Aquino gobernará, de hecho, por decreto, apoyada por la gran mayoría de las fuerzas políticas, cuyo primer objetivo también es estabilizar la democracia.

La organización de una nueva de Poder -hoy es prácticamente la misma que en el régimen anterior, salvo en el terreno político-, las dudas sobre el colectivo militar, las continuas acciones de la guerrilla y la estabilidad del propio Gobierno son, junto al papel que decida adoptar Estados Unidos, los factores más determinantes del proceso, según coinciden los observadores políticos del país.

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La semana pasada, el Gobierno de Aquino nombré a Claudio Teehaukee -relegado por Marcos en dos ocasiones- nuevo jefe de la Corte Suprema de Justicia y envió al retiro a 20 generales y 19 coroneles. Tanto el ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, como el jefe de las Fuerzas Armadas, Fidel Ramos, aseguran que los Ejércitos filipinos apoyan el proceso democrático. Enrile afirma además que no tiene aspiraciones políticas. "Para nosotros, la jefa de las Fuerzas Armadas es la presidenta Aquino", decía el general Ramos el pasado jueves en la residencia del embajador español. La opinión pública, sin embargo, mira con recelo al colectivo que constituyó el verdadero soporte de Marcos. De las Fuerzas Armadas se asegura que están tan corrompidas que sólo, un tercio de la ayuda económica estadounidense para ellas (55 millones de dólares este año) se emplea realmente en los Ejércitos.

Relaciones Aquino-Laurel

Con respecto a la estabilidad del Gobierno, las relaciones entre Cory Aquino y el vicepresidente del Gobierno, Salvador Laurel, constituyen otra incógnita para el futuro. Laurel, líder del partido Unido (Organización Nacionalista Democrática Unida) -que formó coalición con Aquino para las elecciones del pasado febrero-, es un político con gran experiencia.

Para Laurel, las supuestas desavenencias políticas son "cosa de los periodistas". Para algunos políticos filipinos, esas desavenentías surgieron ya a la hora de repartir las carteras ministeriales. El pasado jueves, Renés Espina, secretario general de Unido, exigió la dimisión del ministro de Finanzas, Jaime Ongpin, hombre de confianza de Aquino, al descubrirse que el ministro presidió durante 12 años la empresa Breguet Corporation, el 607. de cuyas acciones pertenecían a Benjamin Romuáldez, hermano de Imelda Marcos.

En cuanto a la guerrilla, Charly Ávila, que se declaró miembro de la guerrilla "hasta hace unos meses", dijo el pasado viernes que los grupos insurgentes New People's Army (NPA, Nuevo Ejército del Pueblo), controlados por los comunístas, cuentan con unos 15.000 hombres. Ávila y Sison, líder comunista recrén amnistiado, valoraron positivamente la amnistía ofrecida por el Gobierno a los guerrilleros, pero no la condición de entregar previamente las armas. "No se entregarán las armas hasta que el, Gobierno controle a los militares", asegura Sison.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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