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ATENTADO EN EL AIRE

Reagan estudia un golpe definitivo contra Gaddafi

Francisco G. Basterra

El último acto terrorista en el Mediterráneo contra el vuelo 840 de TWA ha reforzado la posibilidad de que Estados Unidos golpee en el futuro con más fuerza al líder tibio, Muammar el Gaddafi, a quien se sigue considerando el principal sospechoso, aunque no existan pruebas concretas para vincularlo con la bomba que estalló a bordo del Boeing 727. La Administración de Ronald Reagan continúa estudiando posibles opciones para asestar un golpe más definitivo al dirigente libio, entre las que se incluyen el bombardeo de sus aeropuertos, acabar con su infraestructura petrolera para desestabilizar su economía y, eventualmente, provocar su derrocamiento a manos de sus propios militares, señalaron fuentes oficiales.

Se han barajado incluso planes de una invasión directa del Ejército egipcio, apoyado por cobertura aérea norteamericana, que han sido rechazados por el Gobierno de Hosni Mubarak.Los desmentidos de Gaddafi no son tomados en cuenta por la Administración norteamericana, ni tampoco las señales que ha enviado a. Washington, a través de Arabia Saudí, de que desea dialogar con Estados Unidos. Se trata de mantener la presión sobre Gaddafi y no descartar u culpabilidad aunque Ibera capaz de probar su inocencia en este caso concreto. "Creernos que fue él, aunque no tenemos pruebas para demostrarlo", afirma el subsecretario de Estado, Michael Armacost. El vicepresidente, George Bush, que viaja hoy a Ryad en el curso de una gira por el golfo Pérsico, dirigida a asegurar el compromiso norteamericano con las petromonarquías de la región ante la amenaza del fundamentalismo iraní, no está dispuesto a recibir mensajes indirectos del líder libio.

La insistencia en señalar a Libia como el enemigo público número uno es en gran parte una obsesión que no encuentra base real. Siria está posiblemente más implicada en los atentados terroristas contra los intereses norteamericanos producidos en los últimos meses. Así lo acaba de afirmar el primer ministro israelí, Simón Peres, en unas declaraciones a la televisión norteamericana. El grupo palestino disidente de Abu Musa, apoyado por Siria, y los comandos de Abu Nidal, que también han recibido en el pasado refugio y ayuda sirias, son los responsables de la bomba del avión de la TWA, según Peres.

Importantes sectores de la Administración de Reagan creen también que Siria es tanto o más responsable de los ataques terroristas que Libia, pero el régimen de Damasco es un adversario mucho más peligroso que Libia, y su carácter de principal aliado de la URSS en Oriente Próximo harían muy peligrosa cualquier acción quirúrgica contra Hafez el Assad.

El secretario de Estado, George Shultz, basándose en informes del espionaje, cree que manteniendo la presión con Libia y escalándola, si no hay un nuevo pretexto, provocará una revuelta de los militares que acabaría con Gaddafi. Aunque en los últimos años el líder de Trípoli ha sufrido varios intentos de golpe de Estado, que reprimió con gran dureza, informes procedentes del país indican, en este sentido, lo contrario de lo que estima el Departamento de Estado.

Después de la batalla del golfo de Sidra, los disidentes parecen haber cerrado filas alrededor de Gaddafi. La caída del precio del petróleo está haciendo daño a Libia, que ya no puede subvencionar a sus ciudadanos como hasta ahora; la economía está mal llevada y existe escasez de productos alimenticios, pero "los norteamericanos están interpretando mal la situación interna", según diplomáticos occidentales en Trípoli, citados por The New York Times. Para estas fuentes, "Gaddafi es su peor enemigo" y es mejor dejarle solo, ya que, la presión de Washington sólo servirá para reforzar su liderazgo.

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Para mantener la tensión sobre el peligro de Gaddafi ante la opinión pública interna norteamericana, Washington anunció ayer que una segunda base de misiles soviéticos SAM-5, los mismos que fracasaron en el ataque contra la VI Flota, está concluida ya en Benghasi, y será operacional a medidados de este mes. La base dañada por los ataques de la aviación norteamericana, en Sidra, donde hay 12 baterías de estos cohetes, ya han vuelto a entrar en funcionamiento. Funcionarios norteamericanos, frustrados por la falta de apoyo de los aliados europeos a su política beligerante contra Gaddafi, revelaron ayer que Francia e Italia hicieron un pacto secreto en los años setenta con el líder libio para hacer la vista gorda ante los desplazamientos terroristas libios por sus paáses, a cambio de que éstos no atacaran sus intereses.

Los acuerdos se rompieron, dicen los funcionarios, después de los ataques terroristas del pasado diciembre contra los aeropuertos de Viena y Roma.

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