El rompeolas político de Pamplona
Las pintadas contra la OTAN en castellano y en euskera tapizan. los muros de Pamplona, donde conviven tensamente los goras a ETA con los "¡Viva Navarra foral!". No en vano en esta capital del territorio foral navarro, que aglutina al 40% de la población total de la comunidad - 180.000 habitantes-, se entrecruzan los dos oleajes de un mar de antagonismos profundos en el que sólo el tiempo tendrá la última palabra. Hasta aquí han llegado emigrantes de toda España y de otras zonas de Navarra que en Pamplona, donde las luchas obreras del franquismo se expresaron con gran radicalismo, han servido de base electoral al partido socialista, en unos casos, y a La coalición de izquierda abertzale Herri Batasuna.
"¿Este radicalismo? Habrá que pensar que es herencia del dogmatismo apasionado de aquel san Francisco Javier y de tantos misioneros como ha dado Navarra que se lanzaron al mundo con el único afán de evangelizarlo". De esta manera opina José Antonio Asiáin, vicepresidente del Gobierno foral, a la hora de analizar toda la movida política navarra. "De esto hace ya mucho tiempo, pero recuerdo que: en las reuniones clandestinas que manteníamos durante el franquismo era un poco cómico porque en realidad parecíamos una reunión del ex alumnos del seminario".Y es que por el seminario han pasado numerosos dirigentes de todas las fuerzas políticas navarras y religiosos de pro, como el ex rector del que fuera importantísimo seminario de Pamplona, Jesús Lezaún, quien firrna manifiestos contra la OTAN promovidos por HB. Tampoco la religión parece sustraerse a esa presión de la definición política en Navarra, en cuya capital conviven los líderes más destacados del amplio y complejísimo abanico político de esta histórica comunidad foral..
En Pamplona reside, por ejemplo, el abogado Jaime Ignacio del Burgo, uno de los rriás destacados defensores del navarrismo. Del Burgo, portavoz del Partido Demócrata Popular de Navarra, coligado con AP, es un especialista en foralismo y uno de los personajes más polérnicos del territorio foral. Para Del Burgo existen dos factores clarísimos que justifican el mantenimiento de la unidad navarra. "La historia y el foralismo. La historia, porque Navarra ha mantenido fijas sus fronteras casi desde los tiempos de los antiguos vascones. Ha sido un reino desde el siglo VIII al XIX, prácticamente con los mismos lírnites territoriales. Y luego está el foralismo, es decir, el conjunto de instituciones políticas que garantizan la defensa de la libertad de Navarra, primero frente a los reyes y luego frente al Estado central. Actualmente la ley de Amejoramiento del Fuero ha venido a adecuar estas instituciones a la democracia".
Del Burgo ha puesto todas sus esperanzas en ese régimen foral en cuya transformación tras la muerte del general Franco tuvo él un papel destacado. "Cuando me puse a trabajar sobre esta cuestión yo no entraba en si éramos vascos o no, partía simplemente de la existencia foral de Navarra y proponía una reforma de estos fueros en el marco legal que se preparaba en España". Ese mismo marco legal que quedó configurado en la Constitución de 1978, aprobada por amplia mayoría en Navarra -75,7% a favor y un 16,9% en contra-, recoge en su disposición transitoria cuarta la posibilidad de convocar un referéndum en el que la población de la comunidad foral se pronuncie sobre la integración en Euskadi. "Hoy yo creo que nadie es partidario de convocar ese referéndum", comenta Iñaki Cabasés, portavoz del PNV en el Parlamento foral pese a formar parte del sector peneuvista crítico expulsado del partido.
"No somos partidarios no sólo porque es probable que perdiéramos la consulta, sino porque el resultado, que podría situarse entre un 60% a favor y un 40% en contra, sólo serviría para encrespar más los ánimos". No obstante, y pese a las dificultades, Cabasés insiste en que hay en los navarros "una aspiración irrenunciable de ser vascos que se contrapone con la de los nacionalistas navarros", y para él la Unión del Pueblo Navarro es simplemente un "aglutinante político antivasco".
Sigue la tensión
Pero ese problema de identidad que, en su opinión, "se repite desde la época de la República", no parece tener ahora selución, pasada ya la fiebre que sacudió Navarra en los primeros años de la transición política española. De aquellas fechas permanece aún una tensión evidente en Pamplona. "Fue una etapa muy dura", recuerda un periodista local, "algún año de los más beligerantes yo he llegado a contar 210 manifestaciones en la plaza del Castillo de Pamplona. Los cristales del café Iruña y del Banco Atlántico saltaban hechos pedazos todos los días. Era un pequeño grupo el que se manifestaba, pero tan violentamente que llenaba la ciudad con su furia. Hoy las cosas están más tranquilas".
Aunque no lo ven así los dirigentes de Herri Batasuna, la coalición abertzale que encabeza la estrategia más radical de lucha, dentro de la legalidad, para lograr la integración de Navarra en Euskadi.
"Nada ha cambiado", opina Maki Beorlegui, portavoz de Herri Batasuna en el Ayuntamiento de Pamplona, donde los cinco concejales del grupo abertzale han conseguido que se instale una ikastola municipal, cosa que no existe en ninguna ciudad de Euskadi, e incluso una guardería en euskera. "Lo único que pasa es que hemos cambiado de estrategia. Antes había manifestaciones frecuentes y con escasos participantes, ahora son más espaciadas pero más contundentes y favorecen más nuestros intereses".
Pero algo debe ser diferente cuando Beorlegui, fervoroso militante que tiene en el corazón las fronteras de una inmensa Euskal Herría, frunce el entrecejo al oír la palabra referéndum. "Esa consulta, tal y como la instituye la Constitución española, sólo crearía visceralidad en Navarra. En todo caso tendría que convocarse un referéndum en las cuatro provincias vascas y además", concluye, "es todo muy complicado, habría que ver qué clase de pregunta se for mula. A la gente se le va a pregun tar sobre la integración en Euskadi, pero habría que precisar ade más el modelo de sociedad a la que se opta. En fin, es un tema muy complejo".
Tampoco los socialistas, que hasta 1978 defendieron la incorpo ración de Navarra a Euskadi, pa recen favorables hoy a una consulta popular sobre el tema. "De hecho, y aunque han cambiado otros factores, hay que decir que cuando los socialistas cambiamos este postulado político empezamos a contar con muchos más votantes", puntualiza José Antonio Asiaín. "De todos modos", añade, "este tema ha perdido hoy la virulencia que tuvo en aquellos primeros años de la transición. Hoy el techo autonómico de Navarra es casi más alto que el de las autonomías del 151 y adernás la situación política, econórnica y social del País Vasco tampoco es tentadora". Pero José Antonio Asiaín no cree que la Unión del Pueblo Navarro represente tampoco una ideología navarrista.
Siempre española
"Quizás se parezca al PNV en esa exaltación patriótica de la historia de Navarra, pero, muy al contrario que los nacionalistas vascos, éstos no cuestionan la españolidad de Navarra, ya sabe que su lema es Navarra Foral siempre española". De todos modos insiste en que existe una identidad puramente navarra dentro de la cual se inscribe la cultura vasca, "pero como una cultura más, no la esencial de Navarra. Por eso hemos separado los aspectos culturales de los políticos en el tema del vasquismo", afirma Asiaín.
Una cultura que tampoco discute Alfredo Floristán, profesor adjunto al departamento de historia moderna de la universidad de Navarra, del Opus Dei. "Aunque lo que está claro", señala, "es que nunca existió Euskal Herría".
Floristán, que acaba de cumplir 30 años y es reclamado con frecuencia en las mesas redondas, coloquios y seminarios que se han venido convocando sobre esta espinosa cuestión navarra, recalca antes que nada su "desconocimiento" de las cuestiones políticas de hoy, pero se le escapa un discreto rictus de agotamiento cuando concluye su análisis histórico de la comunidad foral: "Sólo veo un peligro para la autonomía de Navarra, que funcione mal".
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