Turquía, un gigante eurasiático convaleciente
Si en el siglo XIX se designó al Imperio otomano como el enfermo de Europa, de la moderna Turquía poscalifal se puede decir que tarda en salir de su convalecencia. Pero cuando sane económica y socialmente será, junto con la URSS, el gigante estratégico de Eurasia, con una enorme disponibilidad de tierra, agua y sol. Además tendrá 70 millones de habitantes en el ya próximo año 2000. Incluso hoy, para entrar o salir en el mar Negro hay que pedir permiso a Turquía. Este país podría acabar con la larga guerra en que están implicados sus vecinos Irak e Irán. A Bagdad puede cortarle el oleoducto, y a la República Islámica iraní puede arrojarla en brazos de la Unión Soviética si cierra sus vías terrestres con Europa.
La contienda genera contienda, y de Irán, y sobre todo de Irak, le llegan a Turquía centenares de guerrilleros nacionalistas kurdos al año. El régimen implantado por los militares en 1980 sofocó el terrorismo urbano. Pero en las provincias del Este, habitadas por unos ocho millones de kurdos, prosiguen los enfrentamientos entre militares y nacionalistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Es el terrorismo importado de que hablan las fuentes oficiales en Turquía, nutrido de una nacionalidad kurda no reconocida como tal.El Ministerio iraní de Asuntos Exteriores criticó en octubre de 1984 el permiso que. Irak concedió al Ejército turco para penetrar en su territorio, en persecución de partidas kurdas. "El régimen de Sadam Husein está tan débil que tiene que utilizar las fuerzas de otro país para reprimir la lucha de los combatientes kurdos del norte iraquí", decía el comunicado. Un año antes, fuerzas turcas habían penetrado en Irak y los observadores afirman que pueden seguir haciéndolo.
La fronteriza Siria sigue reprochando a Ankara la anexión de Alejandreta, en 1938. Todavía los mapas sirios incluyen dentro de sus fronteras al Hatay turco (la Alejandreta). A principios de este mes, sirios y turcos han tratado en Ankara de temas delicados. La parte turca sospecha que Damasco acoge a grupos armenios, enemigos jurados de Turquía.
Con la Unión Soviética, Turquía sigue una cuidadosa política de buena vecindad. El año pasado, el diario Pravda advirtió a Turquía que tuviera cuidado en "no convertirse en cementerio nuclear". El paso por los estrechos del Bósforo y los Dardanelos de un buque soviético cada hora sigue siendo respetado por Ankara. La URSS realiza en Turquía importantes obras y plantas industriales. Cuando Ankara reciba los primeros metros cúbicos de gas soviético, la capital turca podrá respirar. Actualmente registrá índices alarmantes de contaminación, debido a los combustibles sucios utilizados para su calefacción.
Con Gorbachov, la URSS ha tomado cartas diplomáticas en el problema de Chipre, y eso no ha gustado en Ankara, que descubre a Moscú próximo a las tesis de Atenas. El Ministerio turco de Exteriores comunicó al embajador soviético, hace dos meses, su oposición a la celebración de una Conferencia Internacional sobre Chipre, que es lo que Moscú propone.
Mediación de la ONU
Ankara insiste en que la minoría turcochipriota - 18% de la po blación en el 37% del territorio- y la mayoría grecochipriota son las que tienen que entenderse sobre el futuro federal de la isla, en presencia del secretario general de la ONU.
En su propuesta, Moscú fue más lejos que la propia Grecia, al pedir la desmilitarización de la isla, incluidas las bases británicas soberanas al estilo de Gibraltar. La URSS recuerda que la presencia del Reino Unido en la isla obedece a una resolución del sultán, temeroso en el siglo XIX de que el zar desembarcara en la entonces isla turca de Chipre. Grecia pide la retirada de los 25.000 soldados turcos que en 1974 ocuparon el norte de la isla bajo pretexto de proteger a la minoría turca, amenazada de exterminio por la junta de los coroneles griegos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.