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Gloria Rognoni musa en la sombra de Els Joglars

La actriz está incapacitada para actuar desde hace 11 años tras un accidente en escena

Es imposible, cuando se repasa la actividad escénica española contemporánea, ignorar el nombre de Els Joglars y el de su director, Albert Boadella. Pero son menos personas quienes saben que la historia de Els Joglars ha contado siempre con una mujer sin la que el grupo sería otro, o tal vez no existiría. Gloria Rognoni, de 42 años, actriz de Els Joglars desde sus inicios, se reincorporó al grupo como ayudante de dirección tras la obligada pausa a raíz del accidente que sufrió interpretando Alias Serrallonga, al caer de una plataforma elevada en marzo de 1975. Hoy, la actriz sigue siendo una pieza fundamental de este foco de inventiva teatral.

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Un crítico teatral la llamó una vez la musa en la sombra, y Gloria se sintió gratificada porque es eso lo que quiere ser. Pero el hecho real es que Gloria Rognoni, más que inspirar a Boadella y Els Joglars, les da aliento, y más que crear en la sombra, es un ente de teatro con luz propia.Gloria Rognoni tiene una mirada hipnótica, del fondo de la cual surge su secreta sabiduría. Boadella lleva la genialidad a flor de piel, huele a ella. La creatividad de Gloria está en las vísceras, en las entrañas. El tándem es sólido, denso. El producto sigue abarrotando teatros y arrancando aplausos. Boadella aporta la energía que recibe del aire, de lo etéreo, de la abstracción. Gloria contribuye con la energía que recibe del centro mismo de la tierra, con esa sabiduría, que nadie sabe mejor que un hombre, que posee la mujer.

Cartas sobre la mesa

En épocas de montaje, Gloria Rognoni se traslada a su casa de Rupit, cerca de la gran finca El Llorá, donde vive el grupo, y a escasa distancia de la cúpula donde preparan y ensayan las obras. Gloria es una mujer alegre, terriblemente joven con sus 42 años recién estrenados y con una actitud personal que hace saber inmediatamente que uno se encuentra ante un ser de una profunda vitalidad. No cree que sea importante hablar de ella, y lo hace con esfuerzo y por disciplina. "Empecé en Els Joglars en algo muy distinto a lo que hago ahora. A mí me interesaba la interpretación y nunca me había planteado el hecho de estar en el equipo de dirección, aunque entonces todos hacíamos de todo".Gloria Rognoni piensa que hoy este hecho no se produce de la misma forma: "Albert es un hombre abierto a cualquier tipo de propuestas y no es el director serio y rígido que impone sus criterios por encima de todo. Él pone todas las cartas sobre la mesa y acepta todo, hasta el cachondeo; jamás coacciona a los actores. Pero yo entiendo que hoy los propios actores saben que se encuentran ante un director de teatro, y entonces no teníamos esa conciencia tan clara, aunque todos veíamos que Boadella tenía un talento teatral impresionante".

Ya por aquel entonces todos tenían claro que dirigir era lo que Albert debía hacer: "Él era siempre el que tenía la visión de lo que hacíamos desde fuera, era un observador en el exterior. Yo interpretaba y me metía dentro. Hoy aún es así, y yo no hago más que pensar qué es lo que haría si estuviera interpretando. En mi caso he llegado a la dirección porque a mí me interesa el teatro, me he dado cuenta de que no quiero abandonarlo, y las circunstancias son las circunstancias".

No obstante, observando la trayectoria de Gloria Rognoni casi parece que son las circunstancias las que se han adaptado a ella, y no a la inversa. "Cuando tuve el accidente, la escala de valores con la que se funciona en la vida me cambió de tal forma que no tenía en cuenta al teatro en aquel momento. El hecho de no caminar, que vosotros encontráis tan natural y no se le da valor, es terrible. Me planteé cambiar no sólo de profesión, sino de vida, cosa que ya no veo así. El hombre es un animal de costumbres, y hoy estoy hecha a esta situación. Hubo un momento en que me planteé hacer medicina, una especie de proyecto pendiente, pero no necesité mucho tiempo para darme cuenta de que aquello no era lo mío".

Su reincorporación al teatro no fue con Els Joglars, sino con Teatre Claca, en el montaje de Morí el Merma, y se integró en el equipo de dirección con Joan Baixas e incluso intervino en un momento en escena. "Yo creo que me vino bien esa época porque supuso ver a Els Joglars desde fuera, cosa que no había podido hacer antes. Me incorporé a Els Joglars como ayudante de dirección, que era donde quería estar, al lado de mi grupo y al lado de Albert, con quien, después de tantos años, todo es fluido y a veces no necesitamos ni hablarnos para saber lo que queremos. Con Boadella uno puede tener el lugar que uno quiera, él nunca cierra una puerta, no pone barreras".

Se comenta que, para Boadella, Gloria es un remanso que canaliza sus genialidades inviables. "Es cierto que alguna vez soy el freno al impulso de Albert, pero creo que unas veces para bien y otras no tanto. Es cierto que siempre intento atar para que las cosas no se desmadren. Me quedo muy preocupada con los procesos de justificación a la hora de incorporar alguna locura, y ello puede venir muy bien en unos montaajes y no en otros".

Hiperactividad

Cuando surge el tema sobre el que va a girar el espectáculo, Gloria entra en una etapa de hiperactividad. Se rodea de todo tipo de libros y documentos que la acerquen al mundo del que habla el nuevo montaje. Es una búsqueda minuciosa, casi de rata de biblioteca, de la que ir sacando material que ir incorporando, con sus diversas transformaciones, al espectáculo. Desde libros de filosofía, clásicos, atlas, enciclopedias, volúmenes técnicos, pedagogía, griegos y latinos, ficción científica, aventuras, estudios sobre rituales, catecismos, ciencias naturales...La entrega a Els Joglars le ha supuesto también recibir. "Els Joglars, para mí, es más que hacer teatro. No es sólo el compromiso que se adquiere con la obra, con el grupo, con todo. He crecido humanamente con Joglars. Entré siendo una niña, y al lado del grupo he aprendido a ver y vivir de otra manera. Es como estar siempre pensando en la utopía y alcanzándola. No cambiaría esto, creo que es un trabajo muy privilegiado tal y como lo hacemos, lleno de facilidades".

"Es una utopía que se ha consolidado, y esto es inevitable transmitirlo a la vida privada. Este espíritu te enseña a no abatirte, a pensar que las cosas no son tan graves y que todo se puede alcanzar y que a todo se puede llegar. Es un espíritu fuerte, que tengo muy claro que lo marcaba Albert, que tiene la virtud de crecerse con las dificultades. Es una forma de enfocar la vida, de ser valiente".

Cuando, en Alias Serrallonga, hubo que prescindir de ella en un terrible momento, fue sustituida y continuó el montaje. "Fue una etapa en la que nos ocurrieron cosas terribles, todas ellas girando en torno a este montaje. Hubo personas que nos decían que no removiéramos las cenizas de Serrallonga, un bandido muerto violentamente. Luego achacaron todo lo que ocurrió a este hecho. Fue mucha casualidad que aquella concentración de accidentes ocurriera mientras hacíamos la obra, y de menos a más". Gloria habla de sucesos que ocurrieron a diversos actores, cada vez más graves, como el disparo de pólvora sobre la espalda de uno de ellos, que estuvo grave, al que siguió su fatal caída y que culminó con la muerte del hermano de Boadella, especialmente querido por el director de Joglars y con quien estaba muy unido.

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