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François Mitterrand, el otro protagonista de la 'cohabitación' política en París

FELICIANO FIDALGO Una biografía sobre el presidente de la República, Frangois Mitterrand, se convirtió el año pasado en el mayor éxito de venta de los últimos años en Francia. La, a veces misteriosa y a veces apasionante, trayectoria de este hombre casi septuagenario, que ha dejado una estela en su vida de ambición fría, calculada, cruel, pero humana también como una tragedia de Shakespeare, es el secreto del éxito de un hombre político que sus íntimos califican de tímido para diluir la distancia antipática que le reprochan quienes no figuran entre sus devotos.

Mitterrand, al alba de la última zancada de su vida política, no es sólo el presidente de Francia: es, en gran medida, con su biografía, la encarnación de la etapa histórica, que comenzó el pasado día 16 en este país, y que simbolizará el declive histórico y, definitivo del socialismo clásico, el inicio de la agonía del comunismo y el entierro del estatalismo queha obsesionado siempre a las fuerzas políticas conservadoras de Francia.

Mitterrand, de la mano de su adversario y nuevo prirrier minisItro, Jacques Chirac, han puesto la primera piedra de la Francia moderna de finales del siglo XX. ¿Quién es este hombre embriagado durante los 45 años de su vida política de un solo deseo: ser presidente de la República francesa?

Este hombre pacífico y demócrata que hasta ayer quiso "romper con el capitalismo", en 1942, en plena guerra mundial, en Vichy, capital francesa del Estado colaboracionista, presidido por el mariscal Pétain, fue distinguido con La Francisca, una condecoración creada por el mariscal para prerniar servicios que, luego, Mitterrand, o sus biógrafos, nunca han explicado debidamente.

11 veces ministro

Nacido al lado de Angulema, en una familia católica, cuando llegó a París para iniciar sus estudios universitarios portaba una cartad e recomendación para el hipercatólico francés del siglo, François Mauriac. El tribuno brillante, la inteligencia aguda y la obstinación florentina hicieron del hombre que a punto estuvo de ser periodista en vez de político un elegido del destino de los dardos más acerados y de 11 puestos de ministro en los años de la IV República que siguieron a la segunda guerra.

En 1958, De Gaulle lo enterró "definitivamente" al fundar la V República contra los "politicastros" de la anterior. Mitterrand, hundido ena pariencia, volvió a las crestas de la actualidad a causa del atentado del que fue objeto en los jardines parisienses del Observatorio. Urdido teóricamente por los ultras favorables a la Argelia francesa, Mitterrand nunca convenció a sus compatriotas de que no era él el organizador de su propio atentado. Aquí brotó el Mitterrand antigaullista, intratable.

Con su libro El golpe de Estado permanente, valoró la V República y a su fundador, De Gaulle, al que asimiló a lo más parecido a un fascista. El Mitterrand derechista, radical, sensible a todas las fuerzas que le permitieron edificar su carrera política durante los años cincuenta, al inicio de los sesenta giró hacia el centro izquierda y, definitivamente, en 1965, se inmoló en aras de la Unión de la Izquierda. Por primera vez fue candidato a la presidencia contra su enemigo histórico, De Gaulle. Los comunistas creyeron servirse de Mitterrand, pero la historia iba a probar que él fue el gran manipulador.

Su estrella fulgurante, tras un pulso honroso con el general, se hizo trizas de nuevo en la borrasca de 1968. Mitterrand fue apedreado por los estudiantes de las barricadas revolucionarias. El gaullismo salió triunfante de aquella prueba y a Mitterrand se le consideró otra vez como inquilino del infierno eterno. El socialismo tradicional francés saltó hecho añicos, también, en 1968. Mitterrand, franciscano del rigor, más solo que nunca, pero nunca solo, lo recompuso todo y en 1971 reapareció como primer secretario de un nuevo Partido Socialista (PS).

Al año siguiente firmó el programa común con los comunistas. Y al día siguiente dijo: "Lo que pretendo al aliarme con los comunistas es robarles tres millones de votos". Diez años después, en las elecciones presidenciales de 1981, la promesa era una realidad. Pero Mitterrand aún no despidió a sus colegas comunistas, y con ellos en el primer Gobierno cantó el breviario que durante casi un cuarto de siglo les sirvió para encantar a una parte de los franceses: romper con el capitalismo para siempre.

Reconversión del arma nuclear en átomo civil. Destrucción del programa nuclear francés, elmás importante del mundo. Recambio de la Constitución gaullista que fundó la V República... Cinco años de poder mitterrandista han supiaesto la ruina de todas las idea,s del mitterrandismo-comunismo de 1981. Durante este quinquenio, el gaullismo se ha convertido también en chiraquismo-liberalismo. La historia de los errores históricos es la historia.

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