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Sindona, en coma profundo tras ser envenenado, en la carcel

Juan Arias

Michele Sindona, banquero siciliano de 66 años, miembro de la logia masónica ilegal Propaganda Dos (P-2), condenado el martes pasado a cadena perpetua como responsable del asesinato del abogado Giorgio Ambrosoli -encargado de investigar sobre la quiebra de sus bancos-, entró ayer por la mañana en coma profundo tras haber sido envenenado, probablemente con cianuro, en la cárcel de máxima seguridad de Voghera. Según los abogados de Sindona, la hipótesis del suicidio no es creíble.

Según los exámenes clínicos de saliva, orina, sangre yugosgástricos de Sindona, la crisis que le produjo el coma profundo fue debida a la ingestión de cianuro. Ayer por la tarde, Francesco Nicrosini, director del hospital de Voghera al que se trasladó al banquero, se refirió a "sustancias tóxicas" pero añadió que estaban en curso nuevos análisis para llegar a la "certeza absoluta" del envenenamiento.La hipótesis de un envenenamiento empezó a circular rápidamente desde el momento en que se supo que Sindona no había sufrido derrame cerebral alguno y que la crisis que lo puso a las puertas de la muerte fue fulminante y se produjo inmediatamente después de desayunar. Los médicos pidieron que interviniese urgentemente el departamento antitóxico y que se analizase el mayor número posible de sustancias del cuerpo de Sindona.

Según los abogados, del banquero, la hipótesis del siicidio no es creíble. Uno de ellos, Oreste Dominioni, estuvo conversando con Sindona la noche anterior a la crisis, durante más de dos horas.

Se sabía que el famoso banquero sufría una dolencia. del corazón y que, durante su último proceso sufrió incluso un pequeño colapso, pero los médicos habían observado que mejoraba en seguida. Pero ayer por la mañana fue llamado el médico de la cárcel, quien diagnosticó que el paciente estaba en situación de extrema gravedad, por lo que Sindona fue conducido al centro de reanimación del hospital civil de Voghera. Allí se vio que había entrado ya en coma profundo y que su corazón casi había dejado de latir. Sólo una inyección de adrenalina le hizo recobrar el aliento.

El hecho de que Sindona, tras la condena a cadena perpetua, se sintiese prácticamente abandonado por las mismas fuerzas políticas que le habían sostenido en el pasado y que se habían aprovechado de su influencia y sus millones durante sus años de oro, había ya hecho temer a sus mismos abogados, que alguien pudiera atentar ahora, contra la vida del banquero. Es probable que cundiese el pánico ante el peligro de que confesara lo que hasta ayer calló tal vez porque esperaba ser absuelto por el tribunal de Milán.

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