Mitterrand, ante un conflicto sin precedentes en la V República
FELICIANO FIDALGO ENVIADO ESPECIAL, Francia es, desde ayer, un escenario en el que se representa una comedia política de matices y finuras sin precedentes en los 28 años de vida de la V República, fundada por el general Charles de Gaulle. El presidente François Mitterrand así lo ha querido al suprimir la regla mayoritaria electoral y sustituirla por la proporcional por ello, Mitterrand es el director y responsable total de la obra. Pero los actores principales, es decir, los posibles futuros primeros ministros -Jacques Chirac, Jacqúes ChabanDelmas, Simone Ved, Valéry Giscard d'Estaing y algún otro, quizá de signo político distinto-, tamibién tienen sus cartas.
El electorado francés, que ha votado en los comicios legislativos de anteayer como siempre, (la mitad aproximadamente, a la derecha, y la otra mitad, a la izquierda), va a observar, en silencio una puesta en escena de la cohabitación pensando en lo único que le importa: sus intereses, que hoy, en Francia, se llaman solución del desempleo y nivel de vida a la altura de una sociedad avanzada.Si la regla de escrutirtio mayoritario, que fue la norma de la V República desde 1958, no hubiese sido abolida por Mitterrand, hoy la oposición liberal conservadora sería ampliamente mayoritaria en la Asamblea Nacional. Pero el presidente ha introducido el sistema proporcional precisarnente para evitar una. derrota estruendo sa del Gobierno socialista. Si, a pesar del nuevo sistema, la oposición hubiese conseguido el domingo último una victoria amplia, es muy probable que le impusiera condiciones inaceptables a Mitterrand piara conducir la cohabitación entre un presidente de izquierda y una mayoría parlamentaria de derecha, y Mitterrand ha bría tenido que dimitir. Natural mente, si el partido socialista hu biese obtenido anteayer, él solo, la mayoría en la Asamblea, todo estaría resuelto simplemente, puesto que seguirían goberriando.
Flanco vulnerable
Nada de lo anterior Iba ocurrido, y, por añadidura, la Constitución de la V República, por primera vez, deja al descubierto su flanco más vulnerable, o lo contrario, según quien lo analice; esta Constitución es híbrida por no ser absolutamente presidencial ni perfectamente parlamentaria. Esto, en la práctica, quiere decir que las competencias del presidente de la República y las del primer mirtistiro no están claramente delimitadas en casos delicados. Hasta la fecha, desde 1958, esu ctiestión nurica importó porque el mandatarío supremo del país y el primer ministro pertenecieron en cada ocasión al mismo grupo político. Pero ahora, con Mitterrand como repiresentante del socialismo y una mayoría liberal-conservadora en el Parlamento, el futuro primer ministro salido de esta inayoría será un adversario potencial del presidente.
En este momento es cuando se levanta el telón de la cohabitación entre el presidente de izquierda y el primer ministro de derecha, sin que ninguno pueda imponerse a causa de la débil victoria liberal-conservadora y de la posición de delicado privilegio del presidente de la República,
Este frágil escenario deternúnará la elección del primer ministro. Mitterrand se ha manifestado en los últirnos días con claridad en dos puntos importantes. "Respetaré el sufragio popular", ha dicho, lo que equivale a decir que nombrará un primer ministro salido de la nueva mayoría. Y añadió: "Prefiero dimitir que renunciar a mis competencias"; esto último entraña la ambigüedad constitucional, pero Mitterrand también ha añadido que no pemitirá que su nuevo primer ministro deshaga lo que él ha hecho en cinco años, o una parte al menos de esa labor, como serían ciertos logros sociales (semana de 39 horas, vacaciones de cinco semanas, etcétera) o algunas nacionalizaciones. El pro grama de la oposición ha prometido reformas de esta índole, pero ¿hasta qué punto su victoria mínima le per mitirá imponerlas al presidente?
Y en este instante es cuando entra en juego la baraja del posibles primeros ministros, teniendo en cuenta que tanto el presidente como los eventuales candidatos -y otros personajes, hoy en la penumbra, como Michel Rocard, Laurent Fabius o Raymond, Biarre- actuarán pensando en las elecciones presidenciales de dentro de dos años como máximo, o en el plazo de seis meses, tal como sospechan algunos. La solución final la tiene, en todo caso, François Mitterrand, un hombre misterioso, florentino, culto, ambicioso, muerto y resucitado (políticamente) decenas de veces a lo largo de sus 45 años de vida pública.
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